Lo miraba desde arriba, respirando con agitación, sintiendo todo mi interior contraerse y explorar. Lo miraba tendido en la cama, bajo mi cuerpo, mientras yo brincaba sobre él, moviendo las caderas contra su pelvis y con ambas manos apoyadas en su pecho. —Me gustas, Cyra —gruñó con voz contenida, mirando mis senos saltar conmigo. No le contesté, pero mis uñas arañaron su pecho. Él jadeo y una de sus manos me sujetó de la cintura, impulsándome sobre su cuerpo. —He comenzado a adorarte —agregó, respirando tan agitadamente como yo. Quise sonreír, pero en su lugar solté un profundo gemido y fijé la vista en el techo. Me moví sobre él, bailando sensualmente sobre su sexo, dejándome caer repetidas veces, sintiéndome cada vez más cerca el éxtasis. Cuando noté su otra mano raptar hasta mis senos y estrujarlos, volví a mirarlo a los ojos. —¿Te gusto realmente? —jadeé, moviendo las caderas en lentos círculos, hasta sentir su miembro por completo. Me mordí el labio cuando él se alzó sobre
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