Fred pensaba en las palabras de Richard, siguió bebiendo, una copa tras otra, sentía odio, un odio profundo, su padre adoptivo siempre fue bueno, nunca hizo diferencias entre Fred y Richard, uno era hijo adoptivo, el otro su hijo de sangre, pero su abuela marcó la diferencia, por supuesto que era cruel cuando todos los elogios, las bendiciones se auguraban solo en su hermano menor, el auténtico Steele, y entonces a la muerte de su padre, Fred supo que su buena suerte acabó. Pero, odiaba esa comparación, sentirse menos que Richard, solo por no llevar en sus venas la sangre de los Steele. Richard en cambio, siempre fue incapaz de sacarlo a relucir o ser malvado con Fred, hasta ahora, que parecían destinados a competir por el amor de la misma mujer. Carolina no podía dormir, cuando miró su reloj, eran casi las dos de la madrugada, estaba aún despierta, él no había llegado, ella sabía que debía estar con Maya y no le sorprendía, quería fingir que no le importaba, pero muy en el fondo sup
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