Dentro de la bañera, con la tibia y espumosa agua llegandole al cuello, Catalina intentaba relajar sus adoloridos músculos. Respiró profundamente y cerró los ojos, en un intento por relajarse. Evidentemente, la entrevista de los gemelos con su padre no había salido bien, porque en vez de salir uno de ellos victorioso de allí, ambos habían salido con cara de amargura y luego cada uno le había contado exactamente qué esperar de él. Liberó un suspiro. Siendo honesta, debía reconocer que la propuesta de Alessander le había gustado más. ¿Cómo demonios no querría ella una vida de aventuras, explorar lugares exóticos y viajar? Sin embargo, por el momento no le era conveniente. Apenas había comenzado a trabajar y amaba su labor en la escuela. Si quería conservar la poca cordura que le quedaba, no debía darle tantas vueltas a aquel asunto. Sin embargo, mientras ninguno de los gemelos le pusiera las manos encima, estaría a salvo. Cuando Alessandro regresó a la casa, la buscó porque ya er
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