Ella estaba boquiabierta allí, mirándolo como si él tuviera dos cabezas, y Alessander no pudo evitar sonreír.— ¿Sucede algo, Catalina?— interrogó, mirándola por encima de su hombro. Ella dió un paso atrás, y tragó en seco. — Yo...venía porque...yo ...— balbuceó incoherentemente. Sander agarró un delantal negro, de nailon, y se lo colocó. Acercándose a ella, mientras se secaba las manos en un trapo.— ¿Se te ha olvidado lo que querías o verme desnudo te ha puesto incoherente? Ella arrugó su entrecejo y negó, intentando aclarar sus ideas.— Estoy cansada de cenar sola. ¿No podrías al menos...?— No. — Masculló él.— para eso está tu esposo. ¿Dónde está tu esposo, Catalina? Ella rodó sus ojos.— Sabes perfectamente dónde está Sandro. Se fue de negocios y no regresa hasta el viernes. Por favor, podrías...— No. Catalina arrugó el entrecejo.—Oye. — ella tomó el rostro de él rostro entre sus manos y lo forzó a mirarla, al notar que Sander tenía las pupilas dilatadas.— ¿e
Sobre la madera del suelo, con los brazos extendidos sobre su cabeza, abierta de piernas y en una posición escandalosa, Catalina luchaba por no morir de un infarto. Sander pasaba pinceles gruesos sobre su piel desnuda, o las palmas de sus manos o sus dedos, trazando sobre ella curvas y formas hasta conseguir las imágenes que había visualizado para ella. — No te muevas, solo un poco más— Susurró él, mojando con sus dedos justo el sitio entre sus piernas dónde ella deseaba sentirlo. Catalina solo podía jadear y gemir, porque él se divertía torturandola. Rozando sus pechos, lamiendo sus pezones y acariciando su coño mientras la llenaba toda de pintura, pero sin darle realmente lo que ella deseaba. — La industria de la moda y el modelaje han arruinado el cuerpo de la mujer. Quieren vendernos que la delgadez extrema es el mayor símbolo de belleza y odio eso.— susurró Sander, trazando espirales alrededor de uno de sus pezones. — si yo quisiera hacerle el amor a una tabla o a un jodido ma
A la mañana siguiente, Catalina fue a trabajar con una sonrisa en los labios. Estuvo sonriente y feliz prácticamente todo el día, hasta que en la tarde se reunió con su terapeuta para la sesión que le correspondía ese mes. —Me alegra notar este cambio de ánimo en ti después de meses en los que has estado deprimida. ¿Ha ocurrido algo nuevo, que quieras contarme? Caty sintió que enrojecía. — Él dijo que me ama tal como soy, y que incluso si estuviera más gorda yo le gustaría mucho más. La sicólogo elevó sus cejas. — Vaya, veo que está progresando tu relación con tu esposo. Eso es bueno. Después de todo, uno de tus objetivos para este año era encontrar un hombre, ¿no? — Sí, así es. — Farfulló ella, sintiendo un sabor amargo en la boca y bajando de su nube de felicidad en cuestión de segundos. Sí había cumplido su propósito de tener a un hombre en su vida, pero tal vez la vida le había jugado una mala pasada porque no le habían dado solo uno. Rondàndola como panteras hambrientas
Veloz como un relámpago, Caty se salió de entre los brazos de Sander, se acomodó la bata y caminó en dirección a su marido. Preparándose para lo peor. — Esto no es lo que crees. Yo...yo puedo explicarte...— balbuceó, elevando sus manos en súplica. Lo último que quería era una discusión y una guerra de puñetazos entre los gemelos. Sandro la contemplaba divertido. Con las cejas elevadas y con los brazos cruzados sobre su pecho. Tomando nota de lo apetecible que se veía su esposita, sonrojada, excitada y con muy poco ropa encima. — Por favor, Alessandro. Fue mi culpa, Sander no quería...yo...— él no la dejó terminar. Cerró un brazo alrededor de su cintura y la pegó a su cuerpo con un movimiento violento. — No quiero explicaciones, mujer. Solo recibe a tu marido como se lo merece.—masculló él, rabioso. Subiendo una de sus manos y enterrando sus dedos en el cabello de ella, apretándola para que no huyera, en lo que le daba un beso vengativo, doloroso, y violento. Pasando su leng
La mujer gemía ruidosamente mientras el hombre la follaba con fiereza desde atrás. Catalina miraba aquello con una mueca de aburrimiento tan evidente, que Sandro la contempló con expresión inquisitiva.—¿Te parece aburrida?— interrogó en tono burlón.Ella lo fulminó con la mirada.— Cuando dijiste que veríamos material educativo, pensé que pondrías un documental o algo parecido — Caty se llevó un puñado de palomita de maíz a la boca y señaló a la pantalla del televisor— lo único que me ha enseñado esto, es que las películas porno son exageradas y que la mayoría de las actrices finge sus orgasmos.Sander ocultó su risa detrás del puñado de palomitas que se llevó a la boca.— Quiero decir solo mírala — Farfulló Catalina, elevando las cejas burlonamente,al tiempo que regresaba su mirada a la pantalla.— comenzó a gemir como perra en celo antes de que él se la metiera y ahora está gritando tanto que parece querer romper el techo.Sandro tomó el control de la tele y pasó la película, girand
—Perfecta —Susurró Sandro, en lo que ella respiraba entrecortadamente contra el cuello de Sander. Sander tomó su boca, besándola y acariciando su rostro. — Sandro, apresúrate. Ella lo tiene tan chiquito y tan apretado, que no voy a durar mucho— declaró con voz entrecortada —¿ Me va a doler?— sintiendo como Sandro se acercaba, se arrodillaba justo detrás de ella , y dirigía su boca a su entrada trasera. ¡Lamiéndola justo allí! —No. Será molesto, pero no será un dolor insoportable— respondió Sander. Catalina puso los ojos en blanco del placer, la lengua de su esposo rozando su culo se sentía maravillosa y extraña. —¿Te gusta?—Susurró Sander, aprovechando que ella estaba arrodillada, y que su hermano le lamía el culo, para acariciar su clítoris con fuerza. Trazando círculos y presionando con sus dedos. Ella se tensó , liberando un gemido. Se mordió el labio, moviendo sus caderas, y entonces Sandro comenzó a introducirle un dedo, allí, atrás. —Oh, hmm... Sandro se movió, salie
Sander fue el primero en verla. Al posar su azul mirada sobre ella, sonrió, con tal expresión de felicidad que el pobre corazón de Catalina no pudo hacer más que temblar en su pecho. — Buon giorno(buen día) preciosa. ¿Qué tal dormiste? — susurró Sander, mirando en su dirección, y alertando a Sandro de su presencia. Este la vio y le lanzó un beso. Caty sintió que se ponía colorada. ¿Cómo había dormido? ¡Maravillosamente! Oculta entre los dos, sintiéndose pequeña y protejida...¡lo había amado! Y más, cuando en la madrugada, Sandro la había acariciando mientras aún estaba dormido y Sander la había llenado de besos. Creyó que los gemelos la estaban preparando para volver a hacerlo, pero en vez de eso, se relajaron luego, y continuaron durmiendo. La habían dejado frustrada. ¿Acaso eran sonámbulos? — Dormí bien. Gracias.— Murmuró, comprimiendo los labios y acercándose a la encimera , para comprobar que ya el desayuno estaba listo. — ¿Tienes que ir a trabajar hoy?— la interrogó S
— ¿Por qué me cuentas esto? ¿No se supone que son asuntos de negocios en los yo no tengo nada que ver?— Susurró ella.— Oh, amore. Pero resulta que no quieroalos entendidos entre nosotros, cuando me encuebtee al tal Paolo, lo llenaré de plomo. Y no quiero que creas que lo hago por celos, porque siento algo por tu hermana o por cualquier otra tontería.Sandro se levantó de su silla, se acercó a ella y la subió a mesa.— ¿Qué haces?, yo...— Shhh. No protestes. No tengo hambre de comida pero de ti sí.— Masculló, pegado a su boca, en lo que Sander contemplaba todo aquello con curiosidad.Caty levantó las manos y le enterró los dedos en el pelo, sujetándole la cabeza mientras le devolvía el beso y exigía a su vez. Comenzó a mover las caderas mientras el sabor y el olor de de su esposo se apoderaban de ella como una droga. El deseo se extendió por su cuerpo, abrasándole la piel.Se moría por saborearlo, por sentir sus manos mientras la desnudaba y la tomaba allí mismo, sobre la mesa, y se