Alessandro no se estrelló en el camino de regreso a la casa, pero condujo como un loco … todo el tiempo. Principalmente porque ella se entretuvo tocándole, tentándole desde el asiento del pasajero. Con sus manos rozando sobre su pecho, acariciando sus muslos, apretando incluso el espectacular bulto entre sus piernas , mientras él apretaba los dientes y trataba de concentrarse en la carretera, con los nudillos blancos agarrando el volante porque sus vidas dependían de ello. Durante ese paseo salvaje de cinco minutos, ella saboreaba un desconocido poder embriagante, el conocimiento seguro de que ella era la razón por la que él apenas se aferraba a su control. El poder cambió, sin embargo, cuando empezó a besarlo. Comenzó por su cuello, en las esquinas de su boca, y estaba trabajando su camino hacia abajo cuando de repente él frenó y tiró de ella para sentirla más cerca. Los jadeos de ambos llenando el interior del coche. Sus intentos de apartarse de él fueron improductivos, hast
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