Ariam tenía su mirada clavada en la botella de tequila que sostenía en su mano, mientras analizaba detenidamente su compleja situación. Aunque su exterior reflejaba una calma pasmosa, en su interior ardía una incandescente ira que luchaba por salir a flote. Ella sabía que Derek estaba a su lado, pero se negaba a mirarlo a los ojos, pues si lo hacía, su mente volvería hacia aquellos instantes previos, y solo esa idea lograba afectar su maltrecho estómago.Absorta en su propia reflexión, Ari había llegado a la conclusión, entre tequila y tequila, que no podía soportar ver a Derek con ninguna otra mujer que no fuera ella misma. Si bien era consciente de que su actitud celosa no tenía un fundamento real, pues no existía absolutamente nada entre ellos, salvo la cohabitación, la inminente boda y algún encuentro fugaz, no lograba evitar sentirse afectada cada vez que alguna mujer —ya sea real o imaginaria— se cruzaba en su camino.Ariam se zambulló en la bebida, sorbo tras sorbo, hasta que l
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