De compras en Italia.
Entre el deseo, la desesperación y la locura, la razón no es bienvenida, pero muchas veces esta domina la situación, se impone y hace bajar la cabeza a las otras pendencieras que no tienen la capacidad de pensar solo de dejar salir toda su impulsividad. Esta vez no es así. Ambos están dispuestos a llegar a las últimas consecuencias en un momento de intenso frenesí… impulsado por dos cosas, un invierno que congela sus corazones solitarios y una incitación mutua imposible de ignorar. Pero está vez no es la razón, esta vez hay una voz que los sorprende diciendo :¡Paren por favor! ¡ Estoy aquí! Y ahí, en el sofá con una manta en su mano y ojos abiertos como platos está Karen. Ellos se separan rápidamente. Sus miradas son de decepción total. —¿Que haces aquí Karen?—pregunta tenue Sarah aún sintiendo la agitación en todo su cuerpo. Robert pone un puño en su boca y voltea mirando a la nada mientras Sarah resuelve la situación y él oculta su excitación. —Me diste una de las llaves y… te
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