Capítulo 24. Una verdad que duele.
Bianca se despertó con el cuerpo adolorido, Lorenzo le hizo el amor una vez más en la madrugada, y todo lo que la hizo sentir había sido maravilloso. Giró la cabeza buscándolo, al ver que se encontraba sola en la cama sintió como la desilusión se instaló en su alma, antes de dormirse había pensado que sería bonito despertar en su brazos y que le regalara una de sus raras sonrisas.Como una tonta se había enamorado de él, sentía que lo amaba con cada fibra de su cuerpo, aunque debía callarlo porque había firmado un contrato donde decía que no debía amarlo.Lorenzo no quería su amor.Buscó su camisón y se lo puso, cuando iba a levantarse de la cama la puerta de la habitación se abrió, y Lorenzo entró con una bandeja con el desayuno, que puso sobre la cama. Se acercó a ella y le estampó un suave beso en los labios. Bianca se ruborizo de placer. «Me gusta mucho ver el rubor en su rostro, le da un aire de genuina inocencia» pensó él con satisfacción.―Buenos día, Bianca, te traje el desay
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