Me debatía entre sí decirle a papá o no. No era por ser chismosa, pero mi abuela desconocía los alcances verdaderos de ese señor, el padre de Iskander, y no se encuentra al tanto de los vínculos con el narcotráfico. Porque eso no se lo ha contado papá para no preocuparla.Había pasado un par de días. ¡Carajos! Si le digo, sería un estrés más para él y no ha dejado de vomitar, aunque se ve feliz. No se ve molesto, por el contrario, parecía sobrellevar con agrado él tema de su crisis de estrés.En todo caso, si no le digo se podrá enojar y sería peor. Pero la abuela estaba muy misteriosa, hasta preocupada y no era bueno para su artritis y presión. —cerré la puerta del casillero, ya había tomado mis patines, hoy tenía práctica—. A un lado estaba el tonto que no me dejaba tranquila. Amelia me lo había advertido. Era un hombre fastidioso, con ínfulas de grandeza, y el casanova del colegio.—Este sábado hay una fiesta en la casa de Carla. ¿Quieres ir como mi pareja?—Gracias por la invitaci
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