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Todos los capítulos de ¡Jefe, nos enamoramos! : Capítulo 141 - Capítulo 150
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141. Tan débil
Maximiliano se oye una vez más.—No pretendo nada. Sólo quiero saber, ¿qué haces aquí, sola y a esta hora? Maya se ríe, consternada.—¿En qué te puede afectar eso a ti? —tira con enojo—. ¿Es a lo que viniste? ¿Es en serio?Maximiliano suspira.—Vi salir a uno de tus amigos —comenta Maximiliano. Al instante Maya lo observa—. ¿Por qué has decidido quedarte aquí sola?—Te vuelvo a preguntar, ¿En qué te incumbe eso a ti? —toma la botella y se sirve, no dispuesta a siquiera mirarlo y obtener su mirada que no puede controlar y ni siquiera mantiene la tenacidad de la que siempre es presa cada vez que lo observa—. ¿O el señor Maximiliano a este punto se pone celoso de que un amigo mío salga conmigo a beber? —Y lanza un trago hacia su garganta.—No digas tonterías.—¿Y qué quieres que piense?Maximiliano toma una gran bocanada de aire y empieza a sacar su billetera, dispuesto a dejar cierta cantidad de dinero.—¿Qué haces?—Estás ebria.—Maldición —suelta Maya con furia—. No estoy
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142. Razones
Tiene que alejarse de él. No puede permitirse que la observe de esta forma.—Así que suéltame. Suéltame, no quiero saber más nade de ti, ni de ella.—Maya…—murmura Maximiliano de vuelta.Su voz la hace volver a donde siempre han querido estar. Y la monotonía de esto parece ser sólo un sueño. Un sueño en donde su único anhelo es tenerlo frente suyo y de todas las maneras posibles.—No me hagas esto —pide Maya, negando—. Vas a tener un hijo. Y yo no soy la madre de tu hijo…—Tienes que escucharme.—Maldita sea, ¿y qué tengo que escuchar? —suelta. Al instante entonces jadea—. No creíste en mí cuando más necesite de ti. Al cerrar los ojos y al abrirlos estas junto a ella otra vez. Max, esto no es justo. Me estás haciendo daño.—No quiero hacerte daño —sus ojos verdes la buscan entre la soledad de la calle y apenas algunos carros navegando sobre la ciudad celestial—. Debes saber que nunca te engañé. Nunca lo hice, nunca lo haré.Maya se moja los labios, casi sonriendo. Pero es una
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143. Dificultad
Maya lo escucha una vez que lo observa rodeando el auto. Ella alza el rostro.—No hay ninguna —escupe con fuerza—. No fue más que un error.Maximiliano alza una ceja.—¿O qué? —se cruza de brazos—. ¿Crees que puedes venir aquí y besarme mientras piensas en ella? No, Maximiliano. No seas un imbécil.—A la única mujer que yo he deseado con todas mis fuerzas —Maximiliano empieza a decir entre dientes. Maya alza una ceja también—, es a ti, Maya Seati —y la susodicha se queda inmóvil, observándolo desde su lugar—. Sin embargo, no quieres creerme…—Tú no me amas —Maya mueve la cabeza en señal de negación. Y se descruza de brazos, rendida—. Creíste que lo hacías y yo pensé que si era así.—No puedes pensar así ahora, Maya. —¡No te atreves a decir otra palabras más! —ruge, señalándolo con el dedo—. ¡Qué se me caiga toda la entera boca por haberte besado! ¡Que me caiga el mundo por ser una tonta!Y jadea, con la mirada borrosa. La sensación del alcohol y los mil y un pensamientos qu
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144. ¿Es tuyo?
Las manos de Maya se van a su teléfono y se quita el gorro que tiene puesto, tirándolo dentro de su pequeña cartera. Da unos pasos más hacia adelante y no pretender mirar a los lados ahora. su ensimismamiento está concentrado en la hora del teléfono y en las noticias de las calles que ha divisado, puede ser una posible distracción.Y esa distracción le cuesta un empuje ligero que viene a su lado.Maya se detiene para mirar la persona que apenas ha chocado y se tambalea otro poco más para alejarse y ceñir el cuerpo lo más lejos posible para objetar a su mirada y no creer que está mirando a estos mismos ojos que apenas horas atrás le dedicaban cálidas ojeadas. Tiene que dejar escapar un bufido que suena en realidad a una queja divertida y se pone las manos en el pecho.—¡Mierda! —expresa con fuerza. Después señala un dedo su presencia—. ¡Otra vez tú!—¡Maya! —es la respuesta que recibe y es más clara de lo que espera porque parece su expresión a cambiar a una de sorpresa—. ¿Qué…
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145. Sin sentido
Maya no comprende esta actitud. Y cuando tiene la esperanza de que todo esto sólo sea un mal sueño, una pesadilla que busca nada hacerla sufrir más aún. Si no pudiese conocer a Jason cómo lo hace, o hasta ese momento, la actitud que mantiene es arisca y lejana hacia ella misma. ¿Por qué? ¿Cuáles son las incógnitas que mantiene? No puede dar cavidad a los pensamientos que ya están en su mente embrollada. Hay muchas cosas por las que pensar y ni siquiera conocer la manera adecuada de responder a esta duda que no la deja en paz. —Jason, por favorpide Maya, tomándole del brazo y tirando de él. Un rincón allegado es lo que se divisa al instante y a pesar del rugido que hay a sólo unos instantes ahora el problema no es ese. Los ojos de Jason nada más hacen entender de su disconformidad.—¿Quieres que mencione a Diana ahora? ¿Realmente quieres eso?La voz de Jason se oye fuera del alcance de una serenidad. Tiende a ser más agotador, como si estuviese cansando.—No, yo sólo —mueve sus
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146. Más problemas
Ni siquiera sabe cómo pasar. La única manera es rodear el lugar y tomar la otra ruta. La construcción está después de donde estaban las personas. Mira a todos los presentes con preocupación. De que algo malo les ocurra y no sabe si puede acercarse un poco para no prescindir de lo que sucede. Observa sobre encima de las persona y empieza andar. Otro par de zancadas son suficientes para oír lo que sucede. Y al tratar de seguir, oye justamente a su lado. —Maya —aparece de la nada un Chris echo una maraña de cansancio y falta de aire. Al estar frente suyo la adhiere en un abrazo—. ¿Cómo estás, Maya? Buenos días.—¿Estás bien? —Maya le toma la espalda, observándolo con atención—. Ten, toma un poco.Saca la botella de agua de su cartera y se la da. Chris al instante la toma y después observa el tumulto de persona que se consiguen del otro lado. Sus mohines son formales.—Puede que consigamos pasar si bajamos la otra calle. No queda muy lejos.—¿Qué es lo que sucede?Chris suspir
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147. Repentinamente
—El banco.Es lo que dice Roy Sidney al instante. —Una aprobación del banco mismo, es lo único que podemos hacer. Así se tiene la aprobación del banco también para este sitio.Maya conoce que el contrato fue por el préstamo que se le dio al ganador. El lugar y sus derivados: lugar de la obra, trabajadores, materiales, etc, no estaban metidos en eso. Suspira, negando sin duda.—Esto no puede estar pasado —es lo que comenta en realidad con fuerza. La manera en la que observa el pesar de Chris y el entrecejo fruncido de Roy Sidney da para mucho más que una simple disconformidad—. Mandaré eso esta misma tarde, no se preocupe. Pero no toleraré que se inmiscuyan en nuestras cosas.—Te entiendo perfectamente —le responde Roy Sidney—. Tratemos de hacer esto y conseguiremos lo que desean.—Eso es lo que espero —dice Chris a su lado—. Será muy molesto lidiar con cosas como esta.—Sí, es mejor prevenir —Roy Sidney le palmea el hombro. —Conseguiremos hacer de este hotel un lugar so
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148. Sincera amistad
—Es completamente una sorpresa.Sean muestra una sonrisa radiante, al igual que las luces de Nueva York y parece conseguirse aún más satisfecho de lo que propone. Y en realidad, viéndolo de otra manera, no puede ser sino de lo más inoportuno para Maya en este momento. Sin embargo, tiene que aceptarlo. Su ex está frente suyo y la realidad es que ahora mismo no quiere que nadie le recuerde la frase de las personas unidas. Que ya no recuerda. Y ya no quiere decirlo.Jenny le alza una mano para estrecharla. Sean, siendo muy caballeroso, le sonríe de igual manera y su saludo es sincero.—¿Y qué haces por aquí? —pregunta Jenny con algo más que curiosidad—. No sabía que las estrellas rondan por estos lados. —Bueno, lo que pasa es que yo no soy una estrella —responde Sean en un instante, y se acerca aún más hacia el lado que está Maya, quien ha estado esperando el momento adecuado para saludarlo—. ¿Cómo estás?Es en realidad una réplica que busca la manera adecuada para verificar que
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149. Más problemas
—Está bien —murmura. Las manos se ciñen en el hombro de Jenny y toma nada más que una bocanada lista para convencerse de alguna añoranza. Tener a Jenny siempre está bien—Aún falta muchos meses para que mi sobrino nazca. Tenemos mucho trabajo qué hacer.—Estoy segura que no me dará tanto trabajo —Jenny se echa a reír y observa su vientre—. ¿No le darás mucho trabajo a mami, verdad?Observando aquello, la felicidad de Maya aumenta más. Es increíble que en tan poco tiempo pronto se viera a pequeños niños por todos esos lugares. Y sí, por supuesto que también habla sobre el bebé de Diana. Suspira en cuanto han decidido levantarse. Maya ha dejado la hamburguesa y Jenny, en realidad, se ha embutido de dos. Y sinceramente no la culpa. Le pide a la señora de la tienda que no deje botar esta hamburguesa. —¿Por qué, señorita? —pregunta la señora, sonriendo.—Voy a pagar unas cuantas más —dice Maya, un tanto sonriente también.—¿Para llevar? —la señora está lista para dar con su p
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150. Situación no tan incómoda
—¿A dónde vas?—Ya voy a mi casa —responde. Justo en el momento recibe otro mensaje de Jenny. “Tus padres están aquí conmigo. Si gustas, puedes apresúrate mucho más.”Maya alza la vista después de guardar el teléfono y regocijarse un poco en la persona que está mirándola inquiridoramente.—¿Y tú hacia dónde vas?—Vengo de los entrenamientos —escucha Maya desde su posición. Y lo oye otra vez continuar—. Apenas he salido.—Genial ±Maya dice. Se ha metido las manos dentro de los bolsillos de su pantalón—. Espero todo salga bien, Sean.Y su acompañante deja salir una sonrisa.—Súbete, te llevo a tu casa.—Oh —Maya se apresura a decir—. No hace falta en realidad, pero muchas gracias…—¿Qué dices? —pregunta Sean con incredulidad, y se acerca abrir la puerta del copiloto—. Descuida, sólo te llevaré a tu casa. —Sean…—Maya —dice este beisbolista estrella—. No creerás que te dejaré aquí, ¿verdad?Y ella toma un gran soplo desde la boca y que suelta por la nariz. Conociéndolo, e
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