134. Un roto corazón
—Tranquila, Maya —ruega Jenny, abrazándola aún más—. Esto debe ser mentira. Esto no puede ser real… —¿Cómo no va a hacer real? —y Maya se separa. Mueve la cabeza, entre sus delirios que no dejan de verse ante su rostro, destruido y envuelto en lagrimas—. ¡Si ella es a quien él ama! ¡Si es ella a quien siempre tuvo en mente! ¡Y yo fui una tonta en creer que podía amarme también! ¿Pero sabes que es lo peor de esto? —Maya intensifica el manifiesto de sus manos moviéndola, como si contara en realidad un chiste, mientras sus lágrimas siguen botándose y su propia falta de aire y tristeza le hacen botar el equilibrio de la falsedad—. Que me duele —y suelta, señalándose a si misma. Jenny se queda en silencio, mirándola con tristeza—. Me duele, Jenny —gime, cerrando los ojos, derrotada—. Me duele mucho porque es como si yo hubiese quedado como la mala de esta historia —no entiende que sus mismas palabras le hacen aún más daño—. Me duele porque prefirió a otra mujer cuando yo estaba decidida
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