143. Dificultad

Maya lo escucha una vez que lo observa rodeando el auto.

Ella alza el rostro.

—No hay ninguna —escupe con fuerza—. No fue más que un error.

Maximiliano alza una ceja.

—¿O qué? —se cruza de brazos—. ¿Crees que puedes venir aquí y besarme mientras piensas en ella? No, Maximiliano. No seas un imbécil.

—A la única mujer que yo he deseado con todas mis fuerzas —Maximiliano empieza a decir entre dientes. Maya alza una ceja también—, es a ti, Maya Seati —y la susodicha se queda inmóvil, observándolo desde su lugar—. Sin embargo, no quieres creerme…

—Tú no me amas —Maya mueve la cabeza en señal de negación. Y se descruza de brazos, rendida—. Creíste que lo hacías y yo pensé que si era así.

—No puedes pensar así ahora, Maya.

—¡No te atreves a decir otra palabras más! —ruge, señalándolo con el dedo—. ¡Qué se me caiga toda la entera boca por haberte besado! ¡Que me caiga el mundo por ser una tonta!

Y jadea, con la mirada borrosa. La sensación del alcohol y los mil y un pensamientos qu
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