Las manos de Maya se van a su teléfono y se quita el gorro que tiene puesto, tirándolo dentro de su pequeña cartera. Da unos pasos más hacia adelante y no pretender mirar a los lados ahora. su ensimismamiento está concentrado en la hora del teléfono y en las noticias de las calles que ha divisado, puede ser una posible distracción.Y esa distracción le cuesta un empuje ligero que viene a su lado.Maya se detiene para mirar la persona que apenas ha chocado y se tambalea otro poco más para alejarse y ceñir el cuerpo lo más lejos posible para objetar a su mirada y no creer que está mirando a estos mismos ojos que apenas horas atrás le dedicaban cálidas ojeadas. Tiene que dejar escapar un bufido que suena en realidad a una queja divertida y se pone las manos en el pecho.—¡Mierda! —expresa con fuerza. Después señala un dedo su presencia—. ¡Otra vez tú!—¡Maya! —es la respuesta que recibe y es más clara de lo que espera porque parece su expresión a cambiar a una de sorpresa—. ¿Qué…
Maya no comprende esta actitud. Y cuando tiene la esperanza de que todo esto sólo sea un mal sueño, una pesadilla que busca nada hacerla sufrir más aún. Si no pudiese conocer a Jason cómo lo hace, o hasta ese momento, la actitud que mantiene es arisca y lejana hacia ella misma. ¿Por qué? ¿Cuáles son las incógnitas que mantiene? No puede dar cavidad a los pensamientos que ya están en su mente embrollada. Hay muchas cosas por las que pensar y ni siquiera conocer la manera adecuada de responder a esta duda que no la deja en paz. —Jason, por favorpide Maya, tomándole del brazo y tirando de él. Un rincón allegado es lo que se divisa al instante y a pesar del rugido que hay a sólo unos instantes ahora el problema no es ese. Los ojos de Jason nada más hacen entender de su disconformidad.—¿Quieres que mencione a Diana ahora? ¿Realmente quieres eso?La voz de Jason se oye fuera del alcance de una serenidad. Tiende a ser más agotador, como si estuviese cansando.—No, yo sólo —mueve sus
Ni siquiera sabe cómo pasar. La única manera es rodear el lugar y tomar la otra ruta. La construcción está después de donde estaban las personas. Mira a todos los presentes con preocupación. De que algo malo les ocurra y no sabe si puede acercarse un poco para no prescindir de lo que sucede. Observa sobre encima de las persona y empieza andar. Otro par de zancadas son suficientes para oír lo que sucede. Y al tratar de seguir, oye justamente a su lado. —Maya —aparece de la nada un Chris echo una maraña de cansancio y falta de aire. Al estar frente suyo la adhiere en un abrazo—. ¿Cómo estás, Maya? Buenos días.—¿Estás bien? —Maya le toma la espalda, observándolo con atención—. Ten, toma un poco.Saca la botella de agua de su cartera y se la da. Chris al instante la toma y después observa el tumulto de persona que se consiguen del otro lado. Sus mohines son formales.—Puede que consigamos pasar si bajamos la otra calle. No queda muy lejos.—¿Qué es lo que sucede?Chris suspir
—El banco.Es lo que dice Roy Sidney al instante. —Una aprobación del banco mismo, es lo único que podemos hacer. Así se tiene la aprobación del banco también para este sitio.Maya conoce que el contrato fue por el préstamo que se le dio al ganador. El lugar y sus derivados: lugar de la obra, trabajadores, materiales, etc, no estaban metidos en eso. Suspira, negando sin duda.—Esto no puede estar pasado —es lo que comenta en realidad con fuerza. La manera en la que observa el pesar de Chris y el entrecejo fruncido de Roy Sidney da para mucho más que una simple disconformidad—. Mandaré eso esta misma tarde, no se preocupe. Pero no toleraré que se inmiscuyan en nuestras cosas.—Te entiendo perfectamente —le responde Roy Sidney—. Tratemos de hacer esto y conseguiremos lo que desean.—Eso es lo que espero —dice Chris a su lado—. Será muy molesto lidiar con cosas como esta.—Sí, es mejor prevenir —Roy Sidney le palmea el hombro. —Conseguiremos hacer de este hotel un lugar so
—Es completamente una sorpresa.Sean muestra una sonrisa radiante, al igual que las luces de Nueva York y parece conseguirse aún más satisfecho de lo que propone. Y en realidad, viéndolo de otra manera, no puede ser sino de lo más inoportuno para Maya en este momento. Sin embargo, tiene que aceptarlo. Su ex está frente suyo y la realidad es que ahora mismo no quiere que nadie le recuerde la frase de las personas unidas. Que ya no recuerda. Y ya no quiere decirlo.Jenny le alza una mano para estrecharla. Sean, siendo muy caballeroso, le sonríe de igual manera y su saludo es sincero.—¿Y qué haces por aquí? —pregunta Jenny con algo más que curiosidad—. No sabía que las estrellas rondan por estos lados. —Bueno, lo que pasa es que yo no soy una estrella —responde Sean en un instante, y se acerca aún más hacia el lado que está Maya, quien ha estado esperando el momento adecuado para saludarlo—. ¿Cómo estás?Es en realidad una réplica que busca la manera adecuada para verificar que
—Está bien —murmura. Las manos se ciñen en el hombro de Jenny y toma nada más que una bocanada lista para convencerse de alguna añoranza. Tener a Jenny siempre está bien—Aún falta muchos meses para que mi sobrino nazca. Tenemos mucho trabajo qué hacer.—Estoy segura que no me dará tanto trabajo —Jenny se echa a reír y observa su vientre—. ¿No le darás mucho trabajo a mami, verdad?Observando aquello, la felicidad de Maya aumenta más. Es increíble que en tan poco tiempo pronto se viera a pequeños niños por todos esos lugares. Y sí, por supuesto que también habla sobre el bebé de Diana. Suspira en cuanto han decidido levantarse. Maya ha dejado la hamburguesa y Jenny, en realidad, se ha embutido de dos. Y sinceramente no la culpa. Le pide a la señora de la tienda que no deje botar esta hamburguesa. —¿Por qué, señorita? —pregunta la señora, sonriendo.—Voy a pagar unas cuantas más —dice Maya, un tanto sonriente también.—¿Para llevar? —la señora está lista para dar con su p
—¿A dónde vas?—Ya voy a mi casa —responde. Justo en el momento recibe otro mensaje de Jenny. “Tus padres están aquí conmigo. Si gustas, puedes apresúrate mucho más.”Maya alza la vista después de guardar el teléfono y regocijarse un poco en la persona que está mirándola inquiridoramente.—¿Y tú hacia dónde vas?—Vengo de los entrenamientos —escucha Maya desde su posición. Y lo oye otra vez continuar—. Apenas he salido.—Genial ±Maya dice. Se ha metido las manos dentro de los bolsillos de su pantalón—. Espero todo salga bien, Sean.Y su acompañante deja salir una sonrisa.—Súbete, te llevo a tu casa.—Oh —Maya se apresura a decir—. No hace falta en realidad, pero muchas gracias…—¿Qué dices? —pregunta Sean con incredulidad, y se acerca abrir la puerta del copiloto—. Descuida, sólo te llevaré a tu casa. —Sean…—Maya —dice este beisbolista estrella—. No creerás que te dejaré aquí, ¿verdad?Y ella toma un gran soplo desde la boca y que suelta por la nariz. Conociéndolo, e
Le dicen un par de cosas más, que le hacen aguantar unas sonrisas después. ¿A qué viene todo esto? Le causa gracia en realidad que el mismo Sean, quién se prenunciaba como un gran amigo fiel mucho antes de su relación, esté diciendo todo esto. Se mantiene sin duda interesada en la conversación. Entretanto consigue una de cada mil palabras que decir ante esto. —¿A qué viene todo esto de repente? El tirón que lanza hacia arriba una de sus cejas recrean otra sonrisa un tanto cómplice. No se le escapa nada.—Estoy asegurándome de que sí irás a mi juego. Toma un trago del vino y se encoge de hombros. No hay más que decir al parecer. —¿Por qué estás dudando? No he dicho que no iré. —No es suficiente —refuta Sean ante sus palabras. Sin embargo, no se le escapa nada más que sus suaves deslices de sonrisas—. Créeme, te conozco bien. Por cosas que te hacen pensar con certeza dudas de esto. —Eso mismo te digo yo a ti. —Yo daría de todo porque te sientas bien—suelta así de repente