Una semana después Thiago va llegando a su casa, con su brazo enyesado, y dejándose consentir por Renata, Luciano los está esperando con unas copas de champagne.—Papá tampoco es una fiesta, lo más tenaz mi amor es que mira nada más al alcahuete de tu papá. —Renata abraza a Marcelo, ella tiene bastante para agradecerle. —Para ti es un vaso de agua Renata, por nada en el mundo me podía perder la bienvenida de mi hijo, cuando él, es mi mayor bendición. —Marcelo no se quiere separar de Thiago. —Así es papá, tú eres la mía… Sé muy bien que juntos podremos continuar adelante, son muchos golpes seguidos para todos, sin embargo, como una familia vamos a salir adelante. —Tocan la puerta y todos se quedan quietos, puesto que a nadie esperaban. Renata abre con sus manos cubriendo su vientre, para ella tener confianza es complicado. Renata alcanza a dar un pequeño brinco cuando ve a Samara, pues recuerda sus intenciones desde que conoció a Thiago. —Sería incapaz de hacerte daño, espero que l
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