Luego de la cena, Mary llevó a Adeline a su habitación, la cual apenas era una cuarta parte del espacio que ocupaba su recámara en el palacio. Esto no la sorprendió mucho, ya que en su vida anterior estaba acostumbrada a vivir sin tanto lujo o espacio. —Lamento traerte al ático, Louise, pero es el único sitio que queda disponible en la casa —dijo Mary, apenada. —No te preocupes, es perfecto para mí —exclamó Adeline con gentileza—. Además, no traigo muchas cosas, así que agradezco que tengan una cama disponible para mí. —Eres muy considerada, supongo que esto es más pequeño que en la habitación en la que dormías en el palacio. —La verdad era más pequeño —aseguró Adeline, que seguía con su actuación de plebeya. —¡Oh! ¿En serio? Como previamente había visitado las habitaciones de la servidumbre, sabía las condiciones en las que vivían, así que usó esa información para responder con seguridad. —Sí. Sucede que tenía que compartir habitación con otras compañeras, así que no contábamo
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