Todos los capítulos de LA MADRE DEL HIJO OCULTO DE MI HERMANO, YAMILA: Capítulo 81 - Capítulo 87
87 chapters
CAPÍTULO 80
AARON BIANCHI El limbo, sin dolor, sin resentimiento, sin ese sentimiento atroz e hiriente que causa la traición en el pecho de quien la sobrevive. Hasta creo haber visto a Alba, tan celestial, tan dulce, tan caprichosa.Mi cabeza era un torrente que sangraba, sentía las gotas del caliente líquido vital mojándome el rostro, y en un total estado de confusión. Ni siquiera así sentí miedo. Y es malo cuando no le temes a la muerte, cuando crees que nadie sufrirá el perderte. Creo haberme desmayado otra vez, pues recuerdo voces, luces, pero nada en concreto. Y sin dudas para un hombre como yo, que haber sido rudo no era una opción, sino una obligación, pues saberme desmayado me daba una especie de vulnerabilidad. Me sentía como un princeso el el instante inminente antes de trascender a otro plano. Justo en ese momento entendí que estaba agonizando. Y si sobrevivía, pues ya era cosa divina.No se que tiempo transcurrió sin que supiera de mi. No se que tanto tiempo estuve luchan
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CAPÍTULO 81
AARON BIANCHI Siempre supe que la hermana de Yamila era una excelente cirujana, y el que me hubiera despertado vivo, era la mejor prueba de eso. Intente reincorporarme de inmediato, pero realmente me dolía hasta respirar. Me daba cuenta que había sido un total inconsciente en conducir de aquella forma imprudente, pues aunque estaba vivo, era poco probable que continuara en ese estado.Trate de centrar mi vista, e inalar y exhalar para mitigar un poco el dolor, y controlar un poco mis adoloridos músculos .Fue en vano, solo salió una respiración pesada, cuando hice un esfuerzo casi sobre humano por sentarme. Aunque creí estar solo, Damiana apareció en el ángulo de mi visión.—Morí mil vidas cuando me avisaron anoche— dijo con el semblante más preocupado que le había visto…, o no… quizás el dolor en su rostro me recordó al día en que desahuciaron a su hermana, o al día en que finalmente murió. Ella sabia que no podría hablar, tenía una especie de respirador mecánico sobre mi boca
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CAPÍTULO 82
AARON BIANCHI —No solo…— Camil se quedó en silencio—Lo que hice no fue totalmente legal… analice una muestra tuya sin tu autorización, así que si luego quieres acusarme… lo entenderé.Le hice un gesto con la mano, como para que obviara es posibilidad. No demandaría a nadie, y mucho menos a ella que me había quitado esos m@lditos dolores con la morfina.—Ya dime de una vez y no habrá necesidad de demandar a nadie…—Los protocolos del hospital son Bueno estrictos con respecto a…—¡Ábrelo de una vez!— fue Damiana quien respondió ansiosa—, solo dios sabe lo poco que ha descansado este hombre desde que descubrió que tendría que conseguir un donante hasta debajo de las piedras, pues él no podría salvar al niño. Camil, quizás menos dramática que lo que creí que sería destrozó un lado del sobre sellado sin mucha ceremonia, y sacó el documento que guardaba en su interior.Lo saco y leyó, sus ojos se movían de un lado a otro del documento, y con cara de profundo desprecio me pasó el docum
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CAPÍTULO 83
YAMILA KAYANo pude pegar un ojo en toda la noche, quise que la noche fuera eterna, a pesar que en la mañana obtendría lo que tanto le había pedido a Allah: una médula para mí Niño, una oportunidad para que continuara con vida y para yo verlo crecer saludable, el sueño de toda madre.Mi padre estuvo hasta tarde en la noche, estuvo esperando por que mi hermana apareciera. Mas la última vez que alguien nos informo de su paradero en aquel enorme hospital, resulta que estaba en una complicada cirugía tratando de salvar a un conductor imprudente.Estaba desesperada, pues en unos minutos más llegaría una enfermera del quirófano a buscar a Amed. Quería abrazar a mi niño tan fuerte a mi pecho y no separarme de él nunca .El miedo a perderlo dentro de aquel quirófano me invadió. Pensé en todas las veces en que no había sido la madre que yo misma me había prometido ser, las veces que perdí la paciencia por estar cansada… y solo pude llorar.Amed era mi mundo y si lo perdía, prefería morir yo
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CAPÍTULO 84
YAMILA KAYAMi cabeza se llena de caos, de ira, de resentimiento. Mi furia se convenga toda en un solo punto, en el culpable de la gran parte del sufrimiento de mi vida.Mi padre se percata de inmediato de mi reacción. Aprieto los puños junto a mi cuerpo, y paso el peso de mi cuerpo de un lado a otro, tratando de no irme encima de ese monstruo y márcale todas las facciones con mis uñas.Fui un verdadero torbellino totalmente incontrolable en la adolescencia y los años de la primera juventud, al punto que mi padre no podía controlarme, o casi me dio por incorregible, pero nunca fui violenta. Al mirarle papá supo que haría pedazos a ese infeliz si no me detenía a tiempo. No entiendo, quiero comerme al mundo, demandar al hospital, y solo hago acopio de mi sentido común, tratando de encontrar una explicación razonable para que ese estorbo esté ensuciando mi vista con su jodid@ presencia.Intento dar un paso hacia él, pero mi padre sostiene mi brazo.—Tienes rostro de cualquier cosa, me
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CAPÍTULO 85
YAMILA KAYA —¡No es mi culpa que seas una total tarada!— respondió él alzándose de hombros y totalmente relajado— No puedo creer que te hayas tragado el cuento de que yo era compatible con «nuestro» bastardo. —No puedes estar hablando en serio— rugi acercándome a él peligrosamente con los puños cerrados lista para atacarlo. —Para colmo de males un bastardo defectuoso… La buena noticia es que nuestros próximos hijos nacerán dentro del matrimonio y sanos….¡ “sanos”!— se vanaglorió y eso fue lo último que dijo antes de que mi puño se estampara en su rostro haciendo que su nariz crujiera ante el impacto. —¿Estas loca?— preguntó confundido, y solo me acerque más, prendiéndome de su cuello— ¿Dónde diablos esta mi hijo? ¿Quién será el domador?— vocifere estremeciendo a todos los presentes en aquella sala de espera de cirugía. —¡No lo se! ¡Nunca se te ocurrió pensar que había cambiado, falseado, adulterado esos exámenes… ¡Dios! ¡Si que me casé con una tarada!— se lamentó aún sujetándose l
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CAPÍTULO 86
YAMILA KAYA No doy crédito a la estupidez que acaba de decir, el momento se pausa cuando Camil interrumpe en la sala de espera, retirándose el gorro quirúrgico y su esposo caminó hacia ella. —¿No entendemos qué pasa? — le confesó Farid y yo me quede en silencio, cegada casi al borde de un colapso por la obvia presencia y la estupida incoherencia del padre biológico que Amed. —¿Dónde está mi hijo, Camil?— pregunté histérica a punto de necesitar medicación contra todos los males psiquiátricos conocidos. —Amed continúa en el salón, la cirugía va muy bien— contestó ella, y me centre en eso, eso era lo único importante. Eso era lo único que calmaría mi agobiado corazón. Farid le dio una medio sonrisa a su esposa, y la abrazó con fuerza. Después que soltó a mi hermana ambos se acercaron y me abrazaron.—Todo está bien, niñita rebelde— susurro mi hermana y aún conteniendo el aire, no pude evitar preguntar.—Si este bueno para nada está aquí… ¿Quien fue el donador?¿Es de los cientos de po
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