La noche fue larguísima, pero finalmente llego la esperada mañana. Amanecí acurrucada al cuerpecito de Amed, con Aaron velando nuestros sueños, sentado lo más cerca de la cama que le permitía aquel incomodo butacón forrado de cuero blanco, de aquel cuarto de hospital.A pesar de estar aterrada, el cansancio me venció durante la madrugada, estaba bastante segura que Aaron no había conseguido pegar un ojo,Me trate de sobreponer al miedo…todo estaría bien, Amed y yo éramos unos triunfadores, podíamos con todo, y más ahora que teníamos a un caballero de brillante armadura con nosotros.Camil llego muy temprano al hospital, casi dos horas antes de lo habitual, y entró a la habitación para asegurarse que todo estuviese bien.—¿Cómo paso la noche el pequeño? —preguntó antes de emitir un sonido como saludo, era evidente que ella tampoco había descansado mucho pensando en su sobrino. Su semblante lucio preocupado.—Estuvo tranquilo, durmió toso el tiempo. La fiebre cedió, y no volvió a subir—
Leer más