—Uh, alguien vuelve con la misma ropa del día anterior. ¿Algo que quieras contarnos? —bromeó Galen, alzando las cejas repetidas veces.—Me quedé anoche, pero no por lo que piensan —reveló Clarisse—. Vino por mi e íbamos en camino cuando vimos que unos tipos estaban golpeando a un perrito en la calle. Soren peleó con ellos, bueno, en realidad les dio una terrible paliza.—¿Y él está bien? Dime que no le pasó nada a su linda carita —habló Lorna, haciendo reír a sus amigos.—Sólo unas pequeñas heridas, pero está bien.—¡No su cara! —exclamó Lorna.—Cálmate, no es para tanto —alegó Galen.—¿Bromeas? Es un papucho, su cara parece tallada por los mismos ángeles —dijo con una voz más gruesa y pronto los tres estuvieron riendo.—De acuerdo, eso fue aterrador —dijo el rubio.—¿luego que pasó? —preguntó Lorna.—Llevamos al animalito a una clínica veterinaria donde nos dijeron que estaría bien y se ofreció a pagar todo sin importar el precio —contó la chica.—Sólo los ricos pueden decir esas pal
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