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Todos los capítulos de El Veneno de la Corona: Capítulo 31 - Capítulo 40
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CAPÍTULO 30
Una vez más Soren y Peter se encontraban en aquella casa de seguridad resguardada por agentes del FBI. El agente Fell les mostraba las imágenes más recientes tomadas a Thierry Gerard durante su estadía en Colombia.—¿Sabemos lo que hacía ahí? —indagó Soren, analizando las imágenes en la tableta.—No. Sabemos que salió un par de veces, pero siempre era escoltado y se nos fue difícil acercarnos —contestó el agente desde el otro lado del escritorio—. Mi gente logró seguirlo a un restaurante en donde se reunió con una mujer, pero fue imposible identificarla.Efectivamente una de las fotografías era del objetivo estando acompañado de una dama que se aseguró de ser muy cuidadosa al proteger su identidad. Llevaba puesto un pañuelo alrededor de la cabeza y un sombrero de ala larga, además de unos lentes de sol o eso parecían, ya que siempre estuvo de espaldas a la cámara.—¿Fue la única vez que se reunieron?—Así es. Él ordenó, pero ella ni si quiera pidió un baso de agua —informó el agente F
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CAPÍTULO 31
El joven de ojos color ocre dejó su abrigo sobre uno de los sillones que había en su oficina y se tomó un momento para aclarar sus ideas. Cerró los ojos y respiró profundo varias veces al tratar de controlar su ritmo cardiaco.En su mente todo fue guardado dentro de un cofre al que le puso llave y para cuando abrió los ojos nuevamente, ya estaba en completo control de sí mismo.Fue al escritorio para realizar una videollamada a través de la laptop.—¡Hola, mi niño! —saludó eufórica una mujer de piel suave, ojos almendrados y una cabellera larga color azabache—. Que gusto verte, ¿cómo has estado?—Hola, tía —habló, sonriente por ver ese rostro amable—. Ya sabes, ocupado en el trabajo. Recientemente se realizaron los cortes de período y estamos comenzando a hacer nuevos pedidos con los principales proveedores.—Eso significa que una vez más han tenido un buen período de trabajo, ¿no es así? —pronunció la mujer con orgullo reflejado en sus ojos.—Es correcto. Jeremy ha logrado mucho con
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CAPÍTULO 32
Pasaron unas horas desde que habló con su tía y en todo ese tiempo se mantuvo en su oficina viendo las fotografías. Estaba al tanto de lo complicado que era para Seniah dejar atrás a aquellas personas, tenían una larga historia, pero lo mejor era mantenerse alejados de ellos.Ciertamente la cruzada en la que se embarcó Soren terminaría en un enfrentamiento directo con aquellas personas tan despreciables, pero si seguía moviendo sus cartas y usando al agente Fell, tal vez podría evitarlo.No se detendría hasta tomar venganza contra los Velghary.Sus pensamientos fueron interrumpidos con una videollamada entrante y el chico sonrió al ver su foto en la pantalla.—Un día y ya me extrañas —comentó con una sonrisa arrogante al contestar.—Tal vez estaba aburrida —esgrimió Clarisse.—Eso o puede ser que extrañabas mi voz… —enunció suavemente, destacando ese acento tan particular suyo.—Pareces muy confiado.—Sé que te gusto, sólo debo hacer que confieses y habré ganando la apuesta —argumentó
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CAPÍTULO 33
Nuevamente estaba afuera esperando junto al auto.Se veía endemoniadamente bien con aquel estilo elegante a pesar de que simplemente estaba ahí parado viendo su teléfono.Clarisse lo analizó de pies a cabeza y a su mente llegaron las imágenes de las veces que lo vio completamente desnudo. De inmediato la temperatura de su cuerpo comenzó a subir y tuvo que obligarse a mantener su mente bajo control. Lo menos que necesitaba era que Soren notara que con su sola presencia ella se calentaba. Era un hombre muy observador al que no se le escapaban los detalles.—¿Te gusta lo que ves? —preguntó Soren con picardía.«Él siempre nos descubre», dijo aquella voz en su cabeza.—Que te vea no significa que esté loca por ti —declaró ella, muy segura de sus palabras.—En ningún momento dije que estuvieras loca por mi —se acercó, dejando una mínima distancia entre sus cuerpos. Acarició su mejilla suavemente y sonrió—. Aunque así sea.Clarisse soltó un bufido y lo miró mal.—¿Qué haces aquí? —preguntó,
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CAPÍTULO 34
Llevaban unas dos horas desde que llegaron a la clina veterinaria, Soren dio la orden de que le dieran al perro la mejor atención sin importar el costo. Y en un parpadeo un grupo de veterinarios estaba rodeando al animal herido mientras lo llevaban a una sala.Desde entonces ninguno había hablado, de hecho, él mantuvo distancia con ella. No hacía más que ver por la ventana y Clarisse se preguntaba qué estaría pasando por su cabeza. Se notaba perdido en sus pensamientos, los cuales parecían ser bastante abrumadores porque ni siquiera se movía.Clarisse tomó una gran bocana de aire y se levantó de la silla en la que estuvo desde hace rato.—¿Estás bien? —preguntó, suavemente, pero él ni se inmutó—. Soren, habla conmigo. ¿Qué pasó allá? Estabas tan…—Perdí el control.Su voz sonó seca y amarga, estaba disgustado consigo mismo luego de perderse en su ira de esa manera frente a ella.—Sí, eso fue bastante claro —comentó Clarisse—. ¿Por qué?—Yo… —no supo qué decir.No podría hablarle de su
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CAPÍTULO 35
—¡SANTO DIOS! ¡PETER! —gritó Liza en cuanto vio a Soren llegar cubierto de sangre. Corrió hacia él para auxiliarlo, pero él la tomó de los brazos—. ¿Qué pasó? ¿Quién le hizo esto?—No, tranquila. No es mía —dijo el joven rápidamente.El jardinero llegó de inmediato y en su mano traía un arma que ocultó tras su espalda cuando vio a Clarisse.—Señor, ¿está bien? ¿Por qué hay tanta sangre? —preguntó el mayor, preocupado porque lo hayan herido.—Por favor, guarden la calma los dos —pidió el pelinegro quitándose el abrigo—. Estoy bien. Hubo un inconveniente, pero nada de qué preocuparse —sus ojos les transmitió el mensaje y el personal intercambió miradas.—¿Y de donde es toda esa sangre? —indagó Liza con el ceño fruncido.—Soren se peleó con unos tipos que estaban maltratando a un pobre perro en la calle —explicó Clarisse para que ambos adultos se tranquilizaran—. Ambos estamos bien. Debieron ver cómo quedaron los otros.—Me lo puedo imaginar… —murmuró Peter, ya con tranquilidad.—Ve por
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CAPÍTULO 36
La alarma hizo acto de presencia, Clarisse arrastró una mano fuera del confort de las sábanas y apagó el despertador cuando alcanzó la pantalla de su teléfono. Observó el brazo que estaba alrededor de su cintura y le pareció bastante raro.En el pasado no disfrutaba para nada que alguien la abrazara al dormir, le parecía muy incómodo y hasta sofocante. Sin embargo, ahí estaba con un hombre dormido junto a ella que la abrazaba y no le disgustaba. De hecho, el contraste entre la piel fría de Soren y la cálida suya le parecía bastante agradable.Alzó la mirada hacia su rostro, tenía un parche en el lado izquierdo de la frente y una cortada en una esquina del labio inferior. Al igual que un moretón en el pómulo derecho, producto de la pelea que tuvo la noche anterior. Pero a pesar de eso se mostraba en total relajación, como si fuera lo más normal para él dormir con ella. Se preguntó si él acostumbraba a dormir así con otras chicas o si era de los que prefería estar de su lado. Daba igua
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CAPÍTULO 37
—Uh, alguien vuelve con la misma ropa del día anterior. ¿Algo que quieras contarnos? —bromeó Galen, alzando las cejas repetidas veces.—Me quedé anoche, pero no por lo que piensan —reveló Clarisse—. Vino por mi e íbamos en camino cuando vimos que unos tipos estaban golpeando a un perrito en la calle. Soren peleó con ellos, bueno, en realidad les dio una terrible paliza.—¿Y él está bien? Dime que no le pasó nada a su linda carita —habló Lorna, haciendo reír a sus amigos.—Sólo unas pequeñas heridas, pero está bien.—¡No su cara! —exclamó Lorna.—Cálmate, no es para tanto —alegó Galen.—¿Bromeas? Es un papucho, su cara parece tallada por los mismos ángeles —dijo con una voz más gruesa y pronto los tres estuvieron riendo.—De acuerdo, eso fue aterrador —dijo el rubio.—¿luego que pasó? —preguntó Lorna.—Llevamos al animalito a una clínica veterinaria donde nos dijeron que estaría bien y se ofreció a pagar todo sin importar el precio —contó la chica.—Sólo los ricos pueden decir esas pal
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CAPÍTULO 38
La oficina de Soren Oversax era un lugar amplio con un juego de sofás en el centro junto con una mesa ratonera. De un lado estaba una mesa con varias botellas con licores y del otro lado una repisa con algunos accesorios.Todas las paredes eran de vidrio inteligente, así que cuando llegó al escritorio presionó un botón y el cristal se volvió opacó por completo. Y ya que el cristal era a prueba de sonido, obtenía total privacidad sin preocupaciones.Tomó asiento y se quitó la pulsera metálica que siempre llevaba puesta. Retiró una sección, revelando un conector de memoria USB y lo puso en la entrada de la computadora. La pantalla se tornó verde militar y un círculo se formó en el centro.—Bienvenido. Permítame el código de acceso, por favor —dijo una voz femenina, proveniente del equipo.—C4L018G3N —pronunció con claridad.—Acceso concedido.En pantalla apareció un escritorio con una serie de carpetas ordenadas adecuadamente con nombres en clave. Entró en una de ella y se mostraron var
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CAPÍTULO 39
—Bienvenido, ¿qué tal su día? —preguntó Liza, amablemente al ver llegar al pelinegro.—Estuve ocupado con el papeleo para la nueva sucursal —contestó, frotándose el rostro con las manos—. ¿Dónde está Peter? Necesito hablar con ambos.—Me parece que está en el estudio. ¿Por qué? ¿Ocurrió algo? —indagó con una ceja arqueada.—Se trata de un nuevo objetivo de la lista —mencionó Soren y se dirigió al lugar que le mencionó con ella siguiéndole—. Requeriré una táctica diferente para este trabajo.—¿A qué se debe ese cambio?—Acá estás, Peter —dijo al entrar y él los vio con confusión.—Señor, bienvenido. ¿Qué necesita?—El FBI ubicó a Sergei Lugo, así que tendré que volar a Malacia para encargarme de ello —explicó Soren.—¿Irá solo? —preguntaron Peter y Liza en sincronía.—No, de hecho, voy a requerir de tu compañía, Liza —la morena se sorprendió ante esas palabras, ya que no solía participar en sus misiones.—¿Debería preguntar por qué yo? —cuestionó la chica.—Sergei tiene una serie de pr
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