Daliah escuchaba a Madeline hablar sobre las actividades que tendría que realizar el día siguiente. Solamente habían pasado unos cuantos días, pero ya se sentía agotada mental y físicamente. Una parte de ella deseaba dormir por varios días o simplemente encerrarse en su recamara a comer helado, galletas y ver series. Quería relajarse, estar en pijama y no preocuparse por lucir siempre perfecta.—¿Señorita? —su asistente enunció, pues notó que no le estaba prestando atención—. ¿Escuchó lo que dije?La pelinegra enfocó la vista y la miró por medio del espejo.—Oh, sí. Te escuche —claramente mentía, pero su asistente personal no iba a presionarla, ya que sabía cómo se sentía—. Creo que eso es todo por hoy, Madeline. Mañana podremos continuar.—¿Está segura que se siente bien, alteza? —cuestionó, dando un paso al frente.—Sí, lo estoy. Pensaba en algo…—¿Su hermano?—No realmente —pronunció, meditativa—. ¿Cuánto tiempo llevamos en Velghary?—Menos de un mes, señorita.—¿Has logrado comuni
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