—Soren —lo nombró Glen, que se acercó con dos vasos de whisky.—¿Está todo bien, Glen?—Por supuesto, todo está de maravilla —le entregó un vaso al pelinegro y después se enfocó en apreciar la fabulosa vista que ofrecían los terrenos circundantes de la mansión—. ¡Wow! ¡Que vista tan impresionante, muchacho! Es increíble que un joven de tu edad ya sea capaz de tener esta clase de vida.—Bueno, estoy más cerca de los treinta que los veinte, Glen —bromeó Soren.El mayor se carcajeó por la broma.—Es cierto, tienes razón. Pero es igual de genial —bebió un trago y asintió—. Por cierto, no te agradecía cómo es debido por lo que hiciste.—Oh, no es necesario. Clarisse quería estar con ustedes y yo quería darle un buen obsequio de Navidad, además, de todas formas, tenía que venir a Vancouver por lo de la inauguración de la nueva cede Oversax House.—No me refería a eso exactamente, muchacho. Pero igual gracias por traernos —musitó, sonriente—. Hablo de lo que le dijiste hace un rato a Brennan
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