Al día siguiente del matrimonio, Rebecca se estaba mudando a la hermosa villa de Luciano Lombardo como lo establecía su contrato. Sin embargo, este siguió sin aparecer. La joven se encontraba infeliz con la situación, pero debía actuar como si todo estuviese saliendo de maravilla. Debía mantener la fachada lo más que podía o por lo menos hasta que asegurara el futuro de la compañía de sus padres. Así que cuando el abuelo Joseph Lombardo apareció por la puerta una semana después de la boda, la joven lo recibió con una gran sonrisa en el rostro.– Tu padre me contó mucho de ti. Estaba muy orgulloso –le dijo el anciano mientras conversaban tranquilamente en el jardín de la villa.En un principio Rebecca se sentía algo incómoda con la presencia del hombre, ya que no entendía como podría ser tan amigo de su padre sin que ella lo hubiese llegado a escuchar mencionar alguna vez. Pero las historias que el señor Lombardo le contaba durante sus regulares visitas le confirmaron que sí se conocía
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