* * * * * * * * Leo * * * * * * * * * *—Mejor pongámonos en marcha hasta el evento de una vez —precisa de pronto, con cierto ápice de diversión—, ya que, por tu gesto, puedo deducir que no te he convencido de quedarnos y temo que ahora insistas en ni siquiera ir —señala y, ante lo que acababa de decir, solo decido sonreírle.—Lo lamento, Max, pero, siendo sincero, no tengo mucho ánimo para estar mucho tiempo en una fiesta —confieso sincero—. Pero si tú deseas quedarte…—No, Leonardo —me interrumpe—. No me quedaré solo en esa fiesta —indica con firmeza—. Vamos un rato y luego, regresamos a tu casa —determina—. Me hubiera gustado tomarnos unos tragos, pero, en fin —articula cuando se acomoda bien en su asiento—, si no estás de ánimos, pues no podemos hacer mucho —finaliza.—Lo lamento, Max —expreso apenado.—No, no te preocupes —responde sereno—. Entiendo si no te quieres quedar —añade comprensivo—. Pero bueno —suspira—, ya vámonos que, nos quedemos o no, yo tengo hambre —precisa—. Qui
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