* * * * * * * * Leo * * * * * * * * * *—Mejor pongámonos en marcha hasta el evento de una vez —precisa de pronto, con cierto ápice de diversión—, ya que, por tu gesto, puedo deducir que no te he convencido de quedarnos y temo que ahora insistas en ni siquiera ir —señala y, ante lo que acababa de decir, solo decido sonreírle.—Lo lamento, Max, pero, siendo sincero, no tengo mucho ánimo para estar mucho tiempo en una fiesta —confieso sincero—. Pero si tú deseas quedarte…—No, Leonardo —me interrumpe—. No me quedaré solo en esa fiesta —indica con firmeza—. Vamos un rato y luego, regresamos a tu casa —determina—. Me hubiera gustado tomarnos unos tragos, pero, en fin —articula cuando se acomoda bien en su asiento—, si no estás de ánimos, pues no podemos hacer mucho —finaliza.—Lo lamento, Max —expreso apenado.—No, no te preocupes —responde sereno—. Entiendo si no te quieres quedar —añade comprensivo—. Pero bueno —suspira—, ya vámonos que, nos quedemos o no, yo tengo hambre —precisa—. Qui
* * * * * * * * Lorey * * * * * * * * *—Pues… el lugar sí que se ve muy hermoso —confieso al recorrer, con mi mirada, cada rincón de la zona en la que se estaba llevando a cabo la fiesta.—Sí, la verdad es que sí —interviene Chiara al sonreír, muy alegre, mientras, al igual a como yo lo había hecho, se había puesto a observar todo lo que había en el lugar.En esta área de la playa (lugar de recepción para la festividad) había muchas zonas interesantes por ver. Para empezar, las muy bien decoradas y repletas mesas de comida, aperitivos, postres, frutas, todo lo que uno se pudiese imaginar y, obviamente, querer saborear. Por otro lado, había un enorme escenario en el cual había una agrupación de cuatro artistas (quienes, en este momento, tocaban una canción bastante relajante y la cual, a su vez, nos invitaba a querer bailar un poco).—Lindo cuarteto —comento al observar el escenario.—¿Te das cuenta cómo bailan ellos? —pregunta Chiara al observar a un grupo de bailarines que estaban a
* * * * * * * * Leo * * * * * * * * *«¿Qué debo hacer?», me pregunto en silencio al observar a la mujer que había ocupado gran parte de mis pensamientos en todo el día.«No, no puedo acercarme», preciso en mi mente, muy decidido.«Ya no puedo acercarme a ella»«No puedo hacerlo, sino…»—Sino no podré irme de este lugar —señalo de pronto, en medio de un susurro, al continuar siguiéndola con mi mirada.«Aunque es un poco estúpido no acercarte a saludar», precisa mi subconsciente.—Pero más estúpido es echar por la borda dieciocho años de casados, Leo —articulo serio—. Más estúpido sería eso —agrego tajante al seguir mirando a la mujer con suma atención.Aquella estaba con un plato en su mano y, al parecer, decidiendo qué comida serviría sobre aquel. Me parece curiosa la forma en la que se dedica a observar lo que había sobre la mesa. Aquella parecía estar emocionada de ver mucha comida (tanta… que parecía no decidirse por alguna).—Qué mujer tan graciosa —susurro de pronto—, parece una
* * * * * * * * Leo * * * * * * * * *—No sé lo que sea esto, pero está delicioso —comenta mi amigo al haber probado lo primero que se había servido.—Creo que primero deberías comer todo lo que está en tu boca, antes de tratar de hablar —preciso divertido; y él ríe un poco.—Leonardo Bianchi —escucho de repente, y aquella voz, por muy extraño que parezca, ya podía reconocer.Yo sonrío de manera casi inmediara; sin embargo, me torno serio cuando observo a Max viendo detrás de mí. Su mirada era muy curiosa; y ello… ya empezaba a preocuparme.—¿Leonardo? —vuelvo a escuchar; y me doy media vuelta para así encontrarme con la figura de la mujer con la que había pasado una de las mejores noches de mi vida.«Si es que no es la mejor», pienso en silencio al observarla atentamente.Aquella llevaba puesto un vestido ligero de color blanco con un abrigo negro pequeño y, tal como la había visto de lejos, no traía mucho maquillaje, pero, a pesar de ello, tenía que admitir que se veía mucho más her
* * * * * * * * Leo * * * * * * * * *Salimos de la clínica en la que estábamos veo a mis dos choferes (Santiago y Andres) parados al lado de cada auto que habían traído a la clínica-—Muchas gracias, Leonardo —escucho a Lorey; y me giro a verla para verla sonriendo—No ha sido nada —contesto tranquilo al sonreírle yo también.—Bueno, entonces, ¿nos vamos?—Cuando ustedes gusten —preciso gentil; y ella sonríe.—Aunque… ¿nos despedimos aquí, cierto? —cuestiona al colocarse frente a mí.—Sí, nos despedimos aquí —Entonces… —ella suspira suavemente—, que tengas una linda noche, que duermas muy bien y… te deseo un gran viaje —expresa sincera al mirarme.—Gracias…—Espero que, en alguna otra oportunidad, podamos… encontrarnos otra vez.—Yo también espero lo mismo —señalo firme al observarla; y ella sonríe.—Bueno, entonces, adiós —precisa al tiempo en que se acerca a mí, toma mis manos y me da un beso en cada mejilla—. Cuídate —susurra cerca de mi oído.—Cuídate tú también —señalo al hacer
* * * * * * * * Leo * * * * * * * * *—¿Qué? —articulo un tanto nervioso por su pregunta para después, aclararme la garganta de manera discreta.—Tranquilo, Leo —me pide mi amigo—. No estoy diciendo de que se hayan acostado o algo por ese estilo —menciona de pronto, lo cual me provoca mayor nerviosismo e incomodidad—, sino que digo que… —me observa fijamente— por el cómo ella te miraba y…, aunque tú lo querías disimular, la manera en la que tú la mirabas a ella —señala—, me puedo dar cuenta de que… al menos algo ha pasado entre ustedes —precisa de manera sorpresiva—. No sé… ¿un beso? —propone y, ante ello, no sabía cómo le iba a responder—. Sí, fue un beso, ¿cierto? —articula al seguir mirándome fijamente—. Porque no creo que hayas llegado más allá de eso…—¿Por qué no? —inquiero curioso, de manera repentina (con lo cual me gano la atención de mi amigo).—Porque, aunque no lo quiera, sé que amas a Norka y que serías capaz de serle infiel con otra mujer… haciendo algo más —puntualiza c
************LEONARDO************—Un momento —precisa mi amigo al observarme con una mirada ligeramente acusatoria—. Te gustó el beso, ¿cierto? —cuestiona un tanto divertido y al seguir asumiendo que solo fue un beso.—Lo recuerdo un poco...—¿Y te gustó?—Max, es un poco incómodo hablar de eso...—Solo es una pregunta sencilla, Leo —articula divertido—. La respuesta es sí o no.—Le fui infiel a Norma —le recuerdo, y aquel solo reacciona exhalando de manera un tanto cansada.—Bueno, técnicamente, es cierto —señala sonriente—, pero es solo un beso, con alguien que apenas conoces, no deberías darle tanta importancia —indica relajado—. A menos que... ese beso te haya gustado y quieras más de esos porque la mujer, aparentemente, te haya flechado —señala con mucha diversión—, lo cual es bastante improbable —concluye—. En todo caso, solo sería atracción y eso se termina rápido..., en algunos casos —aclara—. Y bueno, eso me recuerda volver a mi pregunta —menciona—. Por lo que veo, sí recuerd
************LEONARDO************Después de que Max haya dicho que tenía que dejar las cosas claras a Lorey, me quedé completamente en silencio y muy serio por dos cosas. La primera era que, para Lorey, las cosas ya estaban claras; según ella, yo era un hombre divorciado. Por otro lado, la otra razón que me dejó pensativo fue que... ni siquiera debería estar considerando ello. Yo ya tengo una familia; tengo a mi esposa, tengo a mis hijos y, a pesar de la atracción bastante extraña que pudiese sentir por aquella mujer, a la que apenas conozco, tenía que pensar como el hombre de cuarenta y ocho años que era, como el hombre casado y, sobre todo, como el padre de tres hermosos niños.«Bueno, dos niños y un joven», aclaro en silencio, ya que, aunque no lo quisiera aceptar, Luciano ya estaba por comenzar a independizarse.Luego de ingresar a la universidad, estaba casi seguro de que ya no seguiría siendo mío.—¿Leo, me estás escuchando? —vuelvo a oír la voz de mi amigo.—Sí, Max —contesto f