Vanessa caminaba de un lugar a otro por la sala de su apartamento, parecía que iba a abrir un hueco, la desesperación que sentía no le permitía respirar con calma, percibía un ahogo, como si un nudo le oprimiera la garganta. —Han pasado más de seis horas mamá, nadie llama, nadie se comunica con nosotros —sollozó y habló con la voz trémula—, qué voy a hacer, sin Ava mi vida no tiene sentido. —Se dejó caer al piso y empezó a llorar con desesperación. Caroline no dejaba de sentirse culpable, también percibía esa opresión en el pecho, se aproximó a su hija la abrazó. —Perdóname todo es mi culpa, debí estar más atenta. Vanessa negó con la cabeza. —No digas eso mamá, seguramente querían llevarse a Hope, para pedir rescate, porque para qué se iban a llevar a mi hija, yo no soy una mujer rica —expresó aclarándose la garganta—, o talvez para… —No, no pienses cosas malas, no traigas la mala suerte, por favor —suplicó Caroline. ****—¿Cómo que no tiene noticias, investigador? —refutó enfu
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