Hades se quedó lívido, con el corazón latiendo con la potencia de mil caballos en el centro de su pecho, mientras observaba el rostro de Lyra. Allí, ante la mirada de las estrellas, Hades pudo contemplar que no había duda, vacilación o arrepentimiento en cada rasgo del rostro de ella, por el contrario, sólo una firme confianza parecía haberse apoderado de la misma.Las palabras de la hermosa mujer de cabello dorado como el sol se deslizaron dentro de su mente, logrando llenarlo de luz, una luz propia de la esperanza. Aun así, tardé varios segundos en comprender lo que ella estaba diciendo, más bien en asimilar lo que realmente estaba diciéndole a él. —¿Qué dices?—escupió Hades, en un tono agresivo, uno que estaba habituado a utilizar, sin embargo en ese preciso instante no tenía el verdadero deseo de que aquello saliera de sus labios, menos aún con la prepotencia con que lo había dicho.Los labios de Lyra se separaron ligeramente, mientras dejaba que el oxígeno se filtrara a través d
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