Cuando llegamos a la ciudad, mi gran prometido, estallaba de felicidad porque estaba en la civilización, diciendo que el campo es el peor lugar para vivir. Al parecer, no se dio cuenta de tal comentario, y yo, lo dejé pasar.Realmente, me estaba cansando de todo, y solo llevábamos un día, en este acuerdo.Comienzo a cargar las mercaderías en la carrocería de la camioneta, mientras el hombre, estaba sentada ya, en la cabina, revisando el celular y sonriéndole a la pantalla.Vuelvo a suspirar.Y me maldigo internamente, por hacerlo.Sin embargo, cuando termino de cargar todas las mercaderías, la mala suerte, hace acto de presencia, y lamentablemente, no tengo tiempo de huir.—Vaya, vaya. Pero, miren a quien tenemos aquí —Esa voz chillona que tanto la detesto—. Trabajando como una pordiosera.—¿Qué tal va tu fortuna? ¿Aún no ha acabado?—Tú convenciste a mi hermano de hacer que me independice —escupe—. Te voy a matar.—¿Crees en serio, que yo convencería a tu hermano? No seas estúpida —e
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