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Todos los capítulos de La Enfermera del CEO: Capítulo 41 - Capítulo 50
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UN SENTIMIENTO EMPIEZA A CRECER
MadisonNo sé ni como volver a ver a Alec a la cara después de haberlo visto así.Ahora mismo vamos en el auto de camino a su empresa. Harry nos lleva en silencio; ninguno de los dos ha dicho nada sobre el incidente. Todavía me pregunto cómo pude terminar de cambiarlo.Mis mejillas se sonrojan sin que lo pueda evitar cuando pienso en lo que vi… ¡Dios! No había imaginado nunca como sería su… Sacudo la cabeza, no, no. Yo no debo pensar en eso.—Madison —me llama.—¿Ah?—Ya llegamos, te estoy avisando hace rato.—¡Oh! Lo siento, estoy algo distraída.Una vez que bajamos del auto en el estacionamiento, lo conduzco hasta el ascensor. Está vacío, lo peor que me podría pasar ahora, no quiero quedarme a solas con él.Entramos al pequeño espacio metálico y este arranca de una vez sin hacer ni un solo ruido. Siento un cosquilleo en el estómago, que en parte es por el ascensor, pero también tiene que ver con mi creciente nerviosismo.Alec va callado, pero siento que quiere decirme algo.—Yo… —de
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MOTIVOS DE FUERZA MAYOR
AlecA pesar de todo, hoy ha sido un buen día. Me siento bien tan solo de pensar que Madison ha aceptado quedarse conmigo, al menos por ahora. No tenía idea de que pensaba estar solo un año a mi lado. No creo poder quedarme tranquilo con ese pensamiento, pero, por el momento, puedo aceptarlo; veremos que pasa de aquí al año.—Harry, detente un momento.El chofer frena justo antes de que el semáforo se ponga en rojo. Acabamos de dar la vuelta y dejarla en su casa, pero olvidé que tengo que decirle algo importante. En un par de días será el evento de recaudación de fondos de una de las empresas rivales de industrias Fairchild. Solo por mera etiqueta y pretensión, el insufrible hijo de Diamond Company me invita todos los años.Y tengo que asistir así no quiera.—Señor, ya se ha puesto en verde, ¿qué desea que haga?—Vuelve un momento a la casa de Madison, debo decirle algo importante.Bien podría decírselo por teléfono, pero ya que estoy aquí, ¿por qué no verla una vez más?Reconozco que
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NO PUEDO NEGARME
MadisonLa comisaria no es el mejor lugar para estar ahora. Tengo demasiadas preocupaciones en la cabeza, mi estómago da vueltas y siento que quiero morirme. ¿Cómo es posible que otra vez lo haya perdido todo? Creo que me persigue la desgracia, no hay otra explicación.Alec está a mi lado y es el único consuelo que puedo tener. Lo veo sacar las cosas del botiquín, creo que pretende curarme.—¿Vas a curarme?—Está super hinchado tu pómulo, no puedes andar así —asegura.No me he visto en un espejo, y la verdad es que siento mi cara como una pelota.—Alec, yo soy la enfermera —le digo haciendo un gesto obvio.—¿Y eso qué? Esta noche no. Deja que alguien cuide de ti por una vez.Quedo un poco en shock por sus palabras. ¿Dejar que alguien cuide de mí? Esa es una idea que nunca me he planteado antes. Siempre soy yo la que debe ocuparse de los demás. Lo hago desde que era una niña, desde que mamá murió y tuve que cuidar del corazón de mi padre.No le digo nada, solo dejo que me cure la herid
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MI ÁNGEL DE LA GUARDA
AlecMadison ya tiene un par de días viviendo en mi casa de manera oficial, y las cosas han ido bastante bien a decir verdad. Por suerte la hinchazón de su rostro había empezado a bajar, pero todavía se veía un poco mal.Mi esposa por otro lado, se ha vuelto más distante aun de lo que ya estaba.Creo que todo este tiempo he querido autoconvencerme de que las cosas están bien, pero es claro que no puedo seguir ignorando estos desplantes de Jennifer sin más.Aunque, para ser completamente honesto, desde que Madison está aquí, mi mente ha dejado de divagar demasiado en ello. Jennifer ya casi no aparece en mi mente con la misma frecuencia que antes, algunas veces incluso olvido que ella en realidad vive en la casa. Y es que casi ni la veo ya.Esta tarde, mi enfermera está terminando de hacer los ejercicios terapéuticos para evitar la atrofia de los músculos.—Madison, ¿qué te parece si vemos una película? —sugiero.—¿Qué quieres ver? —pregunta.—No lo sé, ¿y si escoges tú?—No creo que te
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¿QUÉ ME ESTÁ PASANDO?
MadisonJuro que he puesto todo de mi parte para mantener la distancia con Alec Fairchild, pero simplemente cada vez se me está haciendo más difícil. Él me lo pone más difícil. Repito en mi mente una y otra vez que estoy comprometida, que mi corazón le pertenece a alguien más, sin embargo, no puedo ignorar como me revolotean las mariposas en la barriga y mi pulso se pone frenético cada vez que él me toca o me habla bajito con esa voz gruesa que me eriza los vellos de la piel.He tratado de mentirme a mí misma, diciendo que esas señales de mi cuerpo no pueden ser más que un cariño de enfermera-paciente y nada más. Quedarme en su casa solo está trayendo ese sentimiento que estoy intentando enterrar en lo profundo de mi ser, a la superficie.¿Y es que cómo no sentir algo cuando me dice que yo soy la única que podría hacerlo superar sus temores?Me encuentro distraída mirando hacia el techo del cuarto donde me estoy quedando. Se supone que mañana empezaremos con el plan para superar su mi
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NO PUEDO NEGARLO MÁS
AlecAl fin lo dije.Luego de contarle el trauma de mi pasado a Madison, me siento mucho mejor, como si me hubiese quitado un peso de encima. Al final no me mostró ninguna fotografía de perros, pero creo que lo que hice hoy fue un avance. Admitirle uno de mis mayores temores de la infancia se siente como dejarme vulnerable y expuesto ante ella, pero confío en que guardará mi secreto.Hoy por ser un día especial, le he pedido a Patrick que venga antes para que me ayude a vestirme, así ella podrá arreglarse sin la presión de tener que estar tras de mí todo el rato.Tocan a la puerta de mi habitación, sé que es él por la manera tan particular que tiene de hacerlo; le digo que pase y Patrick entra con una sonrisa.—Hola señor Fairchild.—Dime Alec.—Oh… bueno, Alec —responde algo incómodo—. ¿Ese es el traje que se pondrá?—Así es, por favor, ponme decente.Él se echa a reír y comienza a preparar las cosas para vestirme.Después de ocho, casi nueve meses en esta silla, comienzo a acostumbr
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CASI OLVIDO MI LUGAR
MadisonLa forma en la que Alec me mira hace que mi corazón se paralice. Desde que llegamos a la fiesta puedo notar una cierta tensión entre los dos, como si estuviese por decirme algo que podría cambiar drásticamente nuestra relación.Una parte de mí se muere por escucharlo, pero la otra prefiere que las cosas se mantengan tal como están. Si lo que siento de parte de él se parece si quiera un poco a lo que creo, entonces no habría vuelta atrás.Es por eso que estoy haciendo lo posible por evitar quedarnos a solas. Acompaño a Alec mientras habla con algunos empresarios reconocidos, y otros que no he escuchado ni los nombres, pero al parecer son gente de mucho dinero.Ya me he tomado tres copas de vino. Necesito calmar estos pensamientos absurdos de mi mente. Yo nunca he sido de esa clase de mujeres a las que no le importa engañar. Si estoy con alguien, debo mantenerme fiel a esa persona, y ese es Liam.Sin embargo, no puedo dejar de pensar lo bien que se ve Alec en ese traje de gala.
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ATERRIZANDO EN LA REALIDAD
MadisonLlego esa noche a mi casa con los ánimos por el suelo. Todavía no puedo creer que Alec no hizo nada para detenerme, pero siendo sincera conmigo misma, ¿qué esperaba que hiciera? ¿Qué le dijese a su esposa que se fuera y que yo me quedaría con él? ¡Vamos Madison! Sé realista. Solo eres una tonta que se imaginó cosas que no son.Es bastante tarde, así que trato de no hacer ruido, mi hijo y mi padre deben estar durmiendo. Como la mujer de Alec me dio el fin de semana libre, aprovecharé para pasar tiempo de calidad con mi hijo.Me quito los tacones con cuidado y camino de puntitas desde afuera de la casa. Me siento como una adolescente de quince años, cuando llegaba a escondidas después de la hora que me había permitido mi padre. Meto la llave con cuidado y hago un esfuerzo sobre humano por hacer el ruido mínimo posible.Una vez que estoy adentro, empujo de nuevo la puerta con cuidado. Suspiro de alivio al creer que ya me he librado de lo peor, sin embargo, cuando me doy la vuelta
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LOS NIÑOS MIENTEN
Madison—Papá, no entres en pánico —comienzo a decir.Él enarca una ceja y se cruza de brazos. Esto me trae malos recuerdos de aquella vez que me hice ese tatuaje.—¿Qué sucedió? ¿Ese hombre te hizo algo?—¿Qué? ¿Alec? No, no se trata de eso —aseguro rápidamente—. En realidad, pasó hace una semana y un par de días. No quise decírtelo porque no deseaba preocuparte.—Es imposible que logres que yo no me preocupe, soy tu padre. Así tengas cincuenta años, siempre me preocuparé por ti. Ahora dime, ¿qué sucedió?—Unos tipos entraron a mi departamento en Austin y me robaron todo.—¡¿Qué?! —exclama bastante alto.—¡Shh! Despertarás a Caleb.—Madison, ¿cómo es posible que eso pasara hace una semana y que no me lo dijeras?—Lo siento papá, no pasó a mayores de todas formas, la policía atendió mi denuncia y ya se están haciendo cargo del caso.—¿Y tú sigues viviendo en ese lugar tan inseguro? —Da un paso hacia mí y me acaricia el rostro. Su semblante preocupado era justo lo que quería evitar.—N
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TURNO DE 24 HORAS
AlecSolo he pasado un día lejos de Madison, y se siente como si no la hubiera visto hace una eternidad. Todavía no sé muy bien qué fue lo que sucedió en la gala, de un momento a otro sentí que arruiné todo con ella. No debí haberle dicho que este no era su mundo, y el hecho de que llegara Jennifer de la nada y la echara, no favoreció en nada.Fue extraño para mí, ver a mi esposa bien arreglada y siendo cariñosa conmigo como lo era antes. Me hizo recordar el por qué me enamoré de ella en un principio, e incluso me hizo sentir culpable por tener sentimientos hacia mi enfermera.Sin embargo, cuando Patrick me llamó para decir que no vendría porque está enfermo, me sorprendí. Por mucho que Jennifer quería quedarse conmigo este fin de semana, hay cosas que simplemente no puede hacer.Estamos en la sala cuando se escuchan las llaves de la puerta principal. Madison entra con una bolsa grande en una mano y el celular en la otra. Su expresión de ¿disgusto? ¿preocupación? No sabría decir con e
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