Aunque es lo que siempre pedían, no podían creer la enorme dicha que se respiraba en Palacio, el legado Mubarack, ahora se extendía, abriendo paso a una nueva generación de soberanos, sin lugar a dudas Zhamir Mubarack, sería un futuro jeque bueno, justo, bondadoso, entregado a las necesidades de su pueblo, inculcarían en él, el amor y la responsabilidad de amar a su pueblo, y siempre, siempre seguir su corazón. —Sus ojos son verdes, tan hermosamente verdes— dijo Isabella sonriendo con su nieto en brazos — sin duda es una hermosa herencia que le has dado— le dijo a Vanessa quién sonreía orgullosa, a pesar de que los días avanzaban, no podía dejar de admirar a su pequeño hijo, lo veía tan pequeño, tan perfecto, tan hermoso, que se le complicaba creer que podía ser tan lindo. —Bien pudieran ser tú quien le dieras esa herencia, tía. Tus ojos también son verdes y muy bonitos. —¡O yo!— dijo Suseth— No olviden que mis ojos también son verdes— sonrió satisfecha— ¡Oh, no me roben la ilusión
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