Responsabilidades de la asistenteEra obvio y de esperarse que la pelirroja me fuera a dar un trato despectivo y bastante distante; sin embargo, nada de aquello podía hacer menguar el buen ánimo que se adueñara de mi corazón después de haber escuchado aquella sentencia del señor Cavill. No tenía forma de saber si aquello que él había dicho era verdaderamente lo que él pensaba, pero se había escuchado tan bien que me permití el placer de asumirlo como verdad, teniendo el plus de deleitarme con lo que había sido la quijada desparramada de la pelirroja después de haber escuchado la sentencia del señor Cavill.En un trajín interminable tuve que probarme una infinidad de prendas: vestidos, blusas, pantalones, conjuntos; un sinfín de variantes y combinaciones de estilos. Elegante, formal, casual, deportivo, de fiesta, para el trabajo, para el deporte; y un centenar de colores, sobre todo los que mejor combinaba con mi tono de piel lechosa. El espejo estuvo a punto de gritar para suplicar pi
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