—Te... lo prometo—tartamudeo, conteniendo las lágrimas.—Gracias, mi amor. No pude salvar a tu padre, ni a tu madre. Por favor, déjame tratar de salvarte. No estabas hecha para esta vida.Cuando miro las cadenas que lo atan, las lágrimas caen automáticamente por mis mejillas. Si está encadenado, es por algo, y no dice nada de sí mismo. No puedo perderlo a él también. No a él. No de la forma en que perdí a mi padre.—¿Y tú, José?—No te preocupes por mí. Tienes que pensar en ti. Me mantendrán con vida hasta que no sea necesario. Es por eso que estoy aquí. Tú, por otro lado, podrías escapar por este vestido.Baja la mirada hacia el todavía hermoso vestido que se aferra a mi cuerpo, ahora es un desastre ensangrentado y desgarrado en varios lugares. Es original, único en su clase, hecho especialmente para Ariana, hija de Roco Álvarez, el Rey del Cartel de México.Miro el engañoso vestido y recuerdo cómo llegué a usarlo. Salpicado de diamantes y confeccionado con la seda más fina,este vest
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