Me siento eufórica, feliz, poderosa y muy cachonda; pero al mismo tiempo, estoy débil y por momentos siento que me duermo.—¿A dónde me llevas, bombón...? —balbuceo en su cuello. Olfateo su rico perfume y le lamo la oreja, luego estallo en carcajadas.—Deja de calentarme, pelirroja. —Lo escucho reclamar.Siento que me duermo y que floto en la oscuridad, pero el frío en mi cuerpo desnudo me despierta.—¿Qué haces? —pregunto atolondrada, al verme en ropa interior.—Te quito esa ropa sucia y hedionda. —Se da la vuelta y busca algo que ni idea.Empiezo a dormirme, pero sus manos en mi cabeza me traen en sí. Me está poniendo alguna ropa que se siente suave y fresca en mi piel.—No quiero que me vistas, quiero coger... —Me quito la prenda que me puso y que, si mi percepción no me falla, creo que es una remera; cuando me veo libre de esta me le lanzo encima y le lamo el cuello con desesperación.—¿Qué diablos haces? —me recrimina, pero yo lo ignoro.—Bésame, perro, así como besas a tus zorra
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