ELIZABETH.El día había llegado. Después de meses de tratamientos, exámenes, y noches sin dormir, finalmente era el momento de llevar a Ela a casa. Mi corazón estaba lleno de gratitud y alivio, pero también de nerviosismo. Había tanto que temía, tanto que aún estaba por resolver, pero hoy no quería pensar en eso. Hoy, solo quería celebrar la vida de Ela, su valentía, y la oportunidad que teníamos de seguir adelante como una familia.Cuando entré en la habitación de Ela, la encontré radiante, vestida con una camiseta nueva que había elegido especialmente para su gran día. Su pulsera, la que Nick y yo le habíamos regalado en Navidad, brillaba en su muñeca mientras ella daba vueltas emocionada, mostrando una energía que me llenaba de esperanza.—¡Mamá Lizzy! ¡Nick! ¡Hoy me voy a casa! —gritó, corriendo hacia nosotros y lanzándose a mis brazos.La rodeé con mis brazos, besando su cabeza.—Sí, mi amor. Hoy te vas a casa. Estoy tan orgullosa de ti —le susurré, sintiendo cómo mis ojos se llen
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