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ElizabethEl día había llegado, y todo lo que habíamos temido estaba a punto de desarrollarse en la sala del tribunal. Mientras caminaba hacia la corte con Ela de la mano, sentía cómo el miedo se apoderaba de mí. Mi corazón latía con fuerza, y mis pensamientos estaban desordenados. Por un lado, sabía que tenía que mantener la calma y ser fuerte por Ela; por otro, no podía evitar sentirme aterrada de que todo lo que habíamos luchado por construir se desmoronara.Ela, inocente y ajena a la gravedad de lo que estábamos enfrentando, se aferraba a mi mano con confianza. Nick caminaba junto a nosotras, su presencia firme me daba una sensación de seguridad que necesitaba desesperadamente. Mientras nos acercábamos al edificio del tribunal, sentí que mi respiración se volvía cada vez más superficial, hasta que vi algo que me hizo detenerme.Justo frente a la entrada de la corte, estaban mis compañeros de la comisaría. Todos ellos. Warren, Carla, y los otros oficiales se habían tomado el día lib
ElizabethEl eco de las palabras de la jueza aún resonaba en mi mente mientras salíamos del tribunal. La custodia completa de Ela era mía. Habíamos ganado. Samuel estaba siendo llevado a prisión para enfrentar los cargos que había evadido durante tantos años. Pero lo más importante, Ela estaba a salvo. Ella y yo, junto con Nick, podíamos empezar a construir una vida juntos sin la sombra de Samuel acechándonos.Al salir del tribunal, sentí el aire fresco golpearme la cara. Por primera vez en mucho tiempo, respiré hondo, como si una montaña hubiera sido retirada de mi pecho. Nick estaba a mi lado, con Ela entre nosotros, su pequeña mano agarrada a la mía. Miré a Nick, que me devolvió una sonrisa de alivio y orgullo.—Lo hiciste, Elizabeth —dijo suavemente, su voz estaba llena de admiración—. Pasaste por esto y saliste más fuerte.Asentí, sintiendo cómo las lágrimas se acumulaban nuevamente, pero esta vez eran lágrimas de alivio. Miré a Ela, que observaba todo con una mezcla de confusión
ElizabethHabían pasado semanas desde que logramos ganar la custodia de Ela y finalmente pudimos respirar un poco de paz. Sin embargo, esa paz se veía amenazada nuevamente por el plan que habíamos trazado para capturar al Diablo, el hombre que había sido una figura sombría y peligrosa en mi vida durante tanto tiempo. Sabía que este enfrentamiento era inevitable, pero no podía evitar sentirme asustada por lo que estaba por venir.La redada estaba programada para esa noche. Habíamos estado monitoreando la guarida del Diablo durante días, esperando el momento perfecto para atacar. Sabíamos que él se estaba quedando sin opciones y que pronto estaría acorralado. Todo lo que habíamos planeado, todo el trabajo que habíamos hecho, culminaba en esta noche.Nick y yo estábamos en la comisaría, revisando los detalles del operativo. Aunque habíamos trabajado juntos en muchas operaciones antes, esta era diferente. Esta vez, la carga emocional era demasiado grande, tanto para él como para mí. Sabía
ElizabethLa puerta se cerró con un golpe seco detrás de Nick, dejando un silencio frío en la sala de interrogatorios. No podía moverme, ni siquiera podía respirar. Las palabras de Nick resonaban en mi mente, una y otra vez, como un eco que no se desvanecía: "Me mentiste, Elizabeth. Me mentiste todo este tiempo".Me desplomé en la silla, sintiendo como si todo el peso del mundo se hubiera acumulado sobre mis hombros. Las lágrimas seguían fluyendo, pero no tenía fuerzas para detenerlas. El Diablo, aún esposado a la mesa, me observaba con una sonrisa satisfecha en su rostro, como si hubiera logrado exactamente lo que quería.—Sabía que esto saldría a la luz tarde o temprano, Lizzy —dijo en un tono que mezclaba lástima y burla—. Nick es un buen hombre, pero nunca te entenderá como yo lo hago.Quería gritar, golpearlo, hacerle daño por lo que acababa de hacer. Pero no tenía fuerzas. Toda mi energía se había desvanecido en el momento en que Nick había dejado la sala. Me sentía vacía, rota,
NICK. SEMANAS DESPUES.Entró al lugar tan conocido para mí, hay poca gente aquí y algunos me conocen, solo me sonríen y los saludo con un asentimiento de cabeza. Tomo asiento y veo hacia al frente, aquí no hay una cruz, una estatua o algo, solo sabemos que Él está aquí. En este momento siento rabia, indignación, dolor, decepción, rabia y amor. A pesar de lo que me enteré de Liz, aún la amo y todavía mucho más, en estos días que estuve afuera pensé que la olvidaría, pero no. La pienso. La extraño. La amo. Miro al techo y decido hacer algo que hace mucho no hacía : Hablar con Dios. Sé que Él me escucha, Él siempre lo hace, pero por alguna extraña razón creo que me ha olvidado, que me ha dejado a un lado y se ha encargado de hacer mi vida miserable. Desde que murió Callie, no descansé hasta encontrar al asesino de el amor de mi vida, y cuando lo hice no era quien yo creía. Mientras pienso todo eso mis ojos se llenan de lágrimas agacho el rostro para que no me vean llorar
LIZ. Esto no está pasando. Es una pesadilla, nada más. Es lo que me he dicho desde hace dos días, porque esto no parece real, pareciera que desperté en un universo alterno donde mi vida es un desastre total, una desgracia, una completa calamidad, perdí a mi hija. Soy mamá, pero sin una hija viva. Las lágrimas corren por mi rostro y aunque quiero gritar, llorar, jalarme de los cabellos solo me mantengo con la vista fija en su ataúd, en mis manos hay una margarita en mi mano y la aferro tanto a mi que siento que si la suelto, yo moriré. Las personas a mi alrededor solo están presentes, noto que lloran, otros tienen rostros afligidos y otros sufren, pero sé de sobra que ninguno siente lo que yo estoy sintiendo, sé que sufren, pero yo muero. Con cada segundo que pasa muero, con cada minuto que pasa me quiebro más, con cada hora que pasa una parte de mi se apaga y con cada día mis ganas de no vivir crecen. No puedo creer que mi hija esté muerta. Hace unas horas era una madre con u
ElizabethDespués de la muerte de Ela, el mundo se convirtió en un lugar vacío y desolado. La casa, que una vez había sido un refugio lleno de risas y amor, se sentía ahora como una tumba. Cada rincón, cada habitación, me recordaba a Ela, a su risa, a su voz, y al profundo amor que compartimos. La ausencia de su pequeña presencia era un peso aplastante en mi pecho, uno que no podía sacudirme por más que lo intentara.Los días siguientes al funeral de Ela fueron borrosos, como si estuviera atrapada en una pesadilla de la que no podía despertar. Me movía por la casa como un fantasma, incapaz de encontrar consuelo en nada. No podía llorar más; había derramado todas las lágrimas que tenía en mí. Ahora solo quedaba un vacío interminable.Nick no había venido al funeral. Le había dejado mensajes, implorándole que viniera, que estuviera conmigo, pero no obtuve respuesta. Sabía que estaba herido, pero una parte de mí no podía evitar sentir una mezcla de ira y dolor por su ausencia. Ela lo hab
ElizabethLas palabras del Diablo continuaron rondando mi mente como un veneno, un enigma que no podía resolver. "Hay un hombre, muy cerca de ti, que siempre ha estado en mi bolsillo". ¿A quién se refería? ¿Cómo podría alguien tan cercano a mí estar trabajando con él? La idea era tan aterradora como plausible, y sabía que no podría encontrar la paz hasta descubrir la verdad.Después de una noche en vela, decidí que no podía quedarme sin hacer nada. Necesitaba respuestas. No solo por mí, sino por Ela, por Nick, y por todos los que habían sufrido a causa de este hombre. Había perdido demasiado, y no podía permitir que el Diablo siguiera ganando.El primer paso fue revisar todo lo que tenía sobre los aliados del Diablo. Tenía que comenzar por algún lado, y aunque la tarea parecía desalentadora, no podía permitirme ceder al miedo. Sabía que esto podría llevarme a descubrir cosas que no quería saber, pero tenía que seguir adelante.Investigando la TraiciónPasé horas en la comisaría, revisa