Exactamente, una hora y media después nos encontramos aterrizando. Agradezco que esta vez la turbulencia no haya hecho estragos en mí como en el momento del despegue.Creo que Rodrigo tiene toda la razón al decir que eso es falta de costumbre y también el saber manejar los nervios.—¿Preparada para nuestro viaje? —interroga con una amplia sonrisa—. Te advierto que te vas a sorprender, pero primero debemos llegar al hotel y luego partiremos al lugar al que quiero llevarte.—¿Preparada?... —dudo por primera vez al estar a la expectativa de lo que pueda suceder en este viaje—, no mucho, pero hay que vivir la experiencia.—Así me gusta, esa es la aptitud.Sin más nos encaminamos hacia la salida del aeropuerto, no me di cuenta en que momento Rodrigo saco el equipaje. Lo cierto es que se ha vuelto muy hábil para muchas cosas.«—Y eso que no has explorado otros escenarios. —habla la voz de mi conciencia que como siempre aparece en
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