A la mañana siguiente Diana despertó en su habitación cubierta por finas sábanas de seda color nacar. Desorientada lentamente se acomodó en el espaldar de la cama, sosteniendo su cabeza como si se le fuera a caer en cualquier momento. Cuando los primeros haces de luz entraron en sus ojos, sintió un dolor punzante tan intenso, parecido a mil agujas entrando por su córnea. Parecía que acababa de salir de un largo sueño, incluso, sentía estar en un mundo paralelo, pero para poder entenderla, qué mejor que conocer la historia en sus propias palabras… Diana: El dolor de cabeza que sentía era tan fuerte que no sabía cómo describirlo con palabras. En mis años de escuela de medicina, jamás había experimentado una cefalea tan intensa, ni siquiera durante las largas noches de insomnio anteriores a los exámenes finales. Apenas si puedo mantener los ojos abiertos, mientras me pregunto ¿Cómo llegué hasta aquí?Para mi sorpresa, la pregunta vino acompañada por destellos fugaces de una parcial re
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