Me tomo mi tiempo, para recomponerme. Salgo del baño, todavía un poco aturdida por mis sentimientos. Tomo asiento, en silencio, y me quedo viendo a Austin, de una forma distinta. Es como si me pareciera más tierno, más guapo, más sexi, más increíble. ¡El hombre más perfecto del mundo! —¿Todo bien? —Me pregunta, y no sé cómo hablarle, que decirle. Abro la boca para responder, pero no me sale ninguna palabra. En ese momento, una mujer saluda a Austin por detrás. —¡Austin!, ¡pero qué casualidad verte aquí! —¡Hola, Valeria!, no esperaba verte por aquí. ¿Estás con tu marido? —¡No!, estoy en viaje de chicas con mi amiga Renata. —Le presenta a una mujer morena, alta, delgada, de facciones exóticas, cabello negro, muy bonita. —La conoces, ¿no?, ella fue modelo para tu empresa. —No, no la recuerdo, lo siento —Si gustas puedes acompañarnos. Estamos en la mesa de allá. Tu amiga también puede venir. —Le dice la tal Renata, y yo solo arrojo una media sonrisa de hipocresía, y t
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