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41| El juicio. Parte dos.
Clarissa sintió que le faltó el aire, tanto que la vista se le nubló, su abogado volteó a mirarla, pero ella no le sostuvo la mirada. Franco seguía con el periódico en el aire.— Explíquese, abogado Quiroz — le pidió la jueza y el hombre miró a Clarissa por un momento y ella entendió en esa mirada todo. Ya había perdido.— Señora jueza, este periódico salió hace unos cuantos meses como un anuncio anónimo, y dos días después mi cliente encuentra a un hombre que nunca había visto en la vida y que supuestamente es el prometido de la demandada.Clarissa apretó el puño donde tenía el anillo que le había dado Emanuel o Emilio, ya ni sabía cómo debía referirse a él incluso en su mente. Observó el anillo con el diamante falso y el nudo en su estómago creció más.— Por eso quiero llamar a la acusada a declarar, su señoría — continuó franco — veamos qué tiene que decir.— Objeción — gritó el abogado de Clarissa — si el periódico envió un comunicado anónimo, ¿Cómo sabe que fue mi clienta la que
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42| Pérdida.
Clarissa se aferró de la mesa que tenía en frente, con tanta fuerza que los nudillos se le pusieron blancos, la sala estalló en una algarabía, pero Clarissa no logró escuchar nada más allá de eso, sentía la cabeza embotada y solo los martillazos que dio la juez lograron opacar a la audiencia.— ¡Silencio! — gritó la mujer y toda la sala se puso seria de repente — continuaré con el veredicto — bufó — la custodia será competa e incondicional del padre, y solo él determinará qué días y cuánto tiempo la madre podrá visitar al menor — los ojos de Clarissa se llenaron de lágrimas, Xavier no le permitiría ver a Maxwell, más bien la mentirosa de su esposa.Otro martillazo finalizó la audiencia y Clarissa volteó a mirar hacia Xavier que la miraba, pero él no sonreía, no parecía feliz, en lo absoluto, se veía culpable y hundido en el asiento mientras su esposa y su padre se daban un abrazo para festejar.— Impugnaremos — le dijo el abogado — todos vieron las artimañas que utilizaron para ganar,
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43| Sin mascara.
Clarissa sintió el cuerpo débil, las rodillas perdieron su fuerza y amenazaron con dejarla caer al suelo, pero ella sabía que no podía dejarse vencer, que tenía que sacar fortaleza de donde no tenía y luchar.— Dejalo — le dijo ella al hombre de la ventana, tenía el brazo alrededor del cuello del profesor que comenzaba a ponerse muy rojo y la pistola apuntándole en la cien — ¡dejalo! — le gritó Clarissa, el miedo comenzaba a transformarse en rabia.— El niño ya no está, el novio falso tampoco y no voy a permitir que nadie más interfiera entre nosotros — le dijo el hombre.Clarissa observó el bat que había dejado junto al mueble, pero estaba muy lejos y no llegaría a tiempo.— No existe un nosotros — le dijo Clarissa — solo eres un acosador enfermo, ni siquiera sé quién eres — el hombre asintió con la cabeza.— Si lo sabes, mirame, sabes quién soy, sabes que naciste para mí, desde el primer momento en que te vi supe que serías mía.— Yo no soy de nadie mandito enfermo — dio un paso al
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44| Primera cita.
Cuando Clarissa despertó, una bruma extraña le cubría la visión, como si tuviera los ojos llenos de sangre.Levantó la cabeza y apenas logró distinguir algunas formas iluminadas por una vela sobre una mesa de madera.Parpadeó y sacudió la cabeza y la visión comenzó a hacérsele más clara. Estaba en un lugar estrecho con olor a tierra mojada y frio, estaba iluminado solo por una vela que lanzaba destellos sobre una mesa con platos de porcelana y una botella de champaña en una cubeta con hielo.El lugar era horrendo, con telarañas y bichos que se arrastraban en la oscuridad.— Al fin despiertas — le dijo una voz al otro lado de la mesa y Clarissa levantó la cabeza, era Gabriel que la miraba, tenía toda la cara raspada y a piel el carne viva, de seguro por la caída en la moto.— ¿Dónde estamos? — le preguntó ella y el hombre se aclaró la garganta.— Es un lugar especial — se removió en el asintió nervioso — es nuestra primera cita, espero que te guste.— Clarissa trató de ponerse de pie,
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45| Muerte o libertad.
Los cuatro hombres esperaron detrás del barranco a que alguien saliera y cuando el boxeador salió con el arma apuntando hacia la oscuridad Emilio sintió que la rabia le trepó por el pecho como un animal salvaje.Johan se preparó, tomó otra piedra que tenía al lado y miró a Emilio.— Tú ve por mi amiga, nosotros lo distraemos — y con la mejor puntería que Emilio hubiera visto lanzó la piedra apenas se asomó del barranco y golpeó la mano de Gabriel que sostenía el arma haciendo que se le escapara un disparo y cayera al suelo.Johan salió disparado hacia el hombre dando un grito de guerra y los otros dos hombres lo siguieron, cuando el cuerpo menudo del muchacho se chocó contra el del boxeador el menor rebotó como su hubiera golpeado una pared, peor cuando Luis lo embistió como si fuera un jugador de futbol americano, golpeándolo con el hombro en el costado, ese golpe si lo elevó lejos.Johan estaba arrastrándose por encontrar el arma, y cuando la encontró le apuntó al boxeador que de un
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46| Lo que hay que hacer.
Había sido una de las peores noches de Clarissa en toda su vida. Aunque Johan había pasado la noche en el mueble junto su cama, el sonido de la bala atravesando le cráneo de Gabriel la tuvo despierta toda la noche. Podía agradecer que Emilio le había evitado tener que ver todo eso, o de seguro su trauma sería más grande. — Aun no puedo creer que hubiera sido él — le dijo Johan ya llegando el amanecer de seguro él tampoco había podido dormir — las pistas no apuntaban a él, además según como lo describiste era más alto — Clarissa no quería hablar, pero el silencio del cuarto la estaba matando. — Vi que en su cueva tenía unas hombreras, tal vez por eso parecía más alto y la tarde en que fue a la cafetería usó maquillaje para cubrir la herida que yo le había hecho la noche anterior — Johan suspiró. — Nunca llegué a imaginar lo enfermo que podía estar — Clarissa se sentó y recostó la espala en el cabecero de la cama. — Si, todas las personas siempre ocultan algo — Johan se i
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47| Un cadáver en el río.
Clarissa sintió que los intestinos se le amontonaron en el pecho cuando asomó a la esquina de la calle. Había vagabundos en las esquinas y personas de dudosa reputación pululando por la calle. Ya estaba comenzando a entrar la noche y aunque tenía el cuerpo entumecido por el cansancio no dio ni un paso atrás. — ¿Estas segura que quieres hacer esto sola? — le preguntó Johan que la había acompañado y ella asintió con la cabeza. — Tengo que hacerlo, tengo que escuchar su versión — Johan chasqueó la lengua. — Hasta esta mañana no querías ni saber de su existencia — cuando Clarissa lo miró Johan cerró la boca — te enamoraste — no era una pregunta y ella le apartó la mirada. — No importa, necesito escucharlo, sea para lanzarlo al caño o para… — Él no te permitirá que lo perdones — Clarissa lo miró. — ¿Por qué? — Porque esto no es un juego, Clari, según por lo que sé su hermano es peligroso, Emilio debe tener miedo de involucrarte — Clarissa blanqueó los ojos. — Pues eso debió pensar
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48| Con cabeza fría.
Xavier no era especialmente un hombre muy organizado, todo lo contrario, era despistado y distraído y aquello le había traído muchos problemas como abogado, y de no ser por su secretaria la mitad de las veces no encontraría ni su propio bolígrafo.Había mejorado con el tiempo, la presión de su padre le ayudaba un poco, era un hombre firme y un abogado formidable, excepto en el último juicio.Incluso él había logrado notar lo sucio y ruin que había sido con Clarissa, y los medios lo habían destrozado, pero su padre no parecía afectado por su reputación, cosa que lo sorprendió en sobre manera, su reputación era lo único que pareció importarle durante toda su vida.— ¿Se va tan temprano, abogado? — le preguntó el portero del edificio y Xavier asintió con la cabeza.— Iré por mi hijo a la escuela — el hombre le sonrió apenas y Xavier se subió a su auto.A cada rato le regresaban las palabras que Clarissa le había dicho: “Tal vez deberías ser un poco más el papá que Maxwell necesita y un p
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49| ¿Preso?
Clarissa no recordó siquiera tomar la torta de jamón que rodó por el suelo, el corazón le palpitó tan fuerte que una abrumadora ola le llego a la cabeza y la mareó.La policía empujaba a las personas que se acercaban al cordón que separaba el hotel donde Emilio estaba, y lo primero que se le ocurrió fue que lo habían matado.La policía no acordonaba el área donde hacían un arresto, así que solo quedaba una opción.Caminó hacia el cordón con las rodillas temblorosas y la visión borrosa, se limpió los ojos un par de veces, pero su vista no se aclaró.— ¿Qué pasó? — le preguntó a un hombre con un gorro y un cigarrillo que estaba de pie observando la situación y primero le dio una repasada al cuerpo de Clarissa entes de contestar.— La policía capturó a alguien, pero nadie sabe quién es — Clarissa no le dio ni las gracias, el cuerpo se le llenó de energía y dio la vuelta y corrió en la misma dirección por la que había llegado.Al principio se sintió débil, pero el corazón martilleándole e
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50| Ayúdame y te ayudaré.
Emilio no supo cómo sentirse, parecía que le estaban jugando una broma de mal gusto, pero la mujer al otro lado del escritorio lo miraba con una seriedad aterradora.— ¿Enserio cree que soy inocente? — le preguntó y ella suspiró.— No lo creo, lo es — se puso de pie y caminó por el estrecho cuarto rodeando a los hombres que estaban con ella — llevo siguiéndole la pista a Luciano desde hace años, se cómo trabaja y qué es lo que hace, no es coincidencia que justo después de su regreso a Transportes Imperio pasara todo esto — luego regresó a escritorio y apoyó las manos en él para mirar a Emilio a la cara.» — yo sé que usted es inocente, pero las pruebas que lo acusan son tantas y tan bien ejecutadas que un juez nunca le creerá. ¿Sabe cuántos años le darán, señor Olázaga? — Emilio negó con la cabeza — pues no menos de cincuenta — Emilio apretó los puños sobre la mesa. — ¿Y qué quiere que haga? — le preguntó la muer y ella se hecho las tensas que le llegaban casi hasta la cintura a un l
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