Después de dos días, aun Gianna no podía levantarse de la cama, ya que, en efecto, pescó un fuerte resfriado desde ese día. Y parecía que, en su estado, el malestar se multiplicaba.Se había estado comunicando con la oficina por teléfono, y levantó la cabeza cuando su madre llegó con una taza de té caliente en sus manos.—¿Qué es?—Son hierbas especiales que compré esta mañana en el mercado… te ayudarán mucho…Gianna aceptó el té, y luego lo tomó despacio, pero volvió su mirada a Bianca, que la miraba con extrañeza.—¿Estás bien, mamá? —su madre asintió.—Es que no sé… te notó diferente…Gianna asintió con una sonrisa.—Eso es porque casi no puedo respirar, tengo mi nariz tan roja como un tomate, y me veo terrible después de dos días de resfriado.Su madre asintió para decirle alguna otra cosa, pero fueron interrumpidas de inmediato por una llamada en su teléfono.Y se trataba de la misma Antonella.—Madre… debo contestar, es mi jefa… —Bianca salió de la habitación, y esta vez Gianna
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