Era increíble ver la velocidad con la que corrían los días, desvirtuándose en el traspaso de los minutos, transportándose con gran saña al olvido. Antes de que Elaine pudiera tan siquiera notarlo, los doctores le dieron el alta, permitiéndole deambular por los corredores del castillo a gusto y placer, algo que lleno de alegría a la bella dama.Sin embargo, aquello no era lo único que ocurriría aquel día. Esa misma noche iba a ser la celebración del solsticio, todos en el reino irían, todos menos Damino y ella. O al menos eso se suponía.En secreto, y lejos de la vista de todos, la princesa había preparado un hermoso vestido para la ocasión, utilizando como base uno viejo que había llamado su atención. Con suma habilidad y destreza, la falsa princesa había logrado crear una pieza magnifica, una que ahora mantenía oculta en un baúl, preparado para utilizar en un par de horas.—Me alegra que estes bien, princesa—dijo el príncipe Damino en un susurro de voz, cuando finalmente noto que es
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