Demetrio miraba a Evangelina sin poder creerlo, era ella, era su hermosa Eva. Aunque su rostro estaba marcado por una altivez que no podía creerlo, era la mujer con la que tanto soñó, era la mujer que busco como loco, desesperado por encontrarla, ahora estaba ahí, frente a él. Más hermosa que nunca, sus cabellos caían en su cintura ¡Sueltos! ¡Joder! El cuerpo de Demetrio, que pensó que estaba muerto, reaccionó enseguida, sintiendo como se estremecía, al punto de querer tomarla en sus brazos, y estrecharla, la extrañó tanto que no podía solo creer que estaba ahí.—Señora Evangelina —dijo sonriendo de lado. Él sabía quién era, él sabía que fue el puto hombre que logró besar cada parte del hermoso cuerpo de Evangelina Anderson, y aunque ella, ahora era una mujer muy distinta, no podía negar que fue feliz bajo sus brazos.—Me presento, señor Laureti, seré la nueva socia que trabajará con usted de la mano—los ojos de Eva se encontraron con los de Demetrio, que brillaban con intensidad.Deme
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