AlessioEstaba a nada de seguir explorando a mi mujer cuando escuché que abrieron la puerta de la biblioteca, por lo que escuché, no solo era un par de pies, debían ser tres, entonces fruncí el ceño y con cuidado nos hice rodar para ver desde arriba quienes eran, al darme cuenta me topé con que Gemma había vuelto del hotel con sus dos amigos, Antony y Broco, unos hombres que no terminaba de tragas, pero que dejaba quietos porque eran personas que le dieron un gran sistema de apoyo a mi hermanita.—¿No está tu hermano por aquí? —preguntó Broco con ese acento extraño que tenía.Era un afroamericano criado la mayor parte de su vida fuera de casa, específicamente en Suiza, y trabajaba en el pueblo donde estaba el centro de reposo al que fue Gemma.—No —dijo ella—, debió haber salido con su esposa.—Todavía me sorprende que se hubiese casado siquiera —dijo Antony, un heredero europeo que se había asentado en el sitio y que vivía con Broco.—Es parte de las tradiciones, todo lo relacionado
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