Después de hacer la promesa ante la crema y nata de la camorra, sorprendentemente todos los hombres que estaban en la habitación se inclinaron en señal de respeto y no pensé que lo harían. Es más, creí que era una locura de mi cuñada Gemma la sugerir que hiciera una promesa de sangre al estilo de la organización, exactamente como la promesa que me hizo a mí Alessio. No obstante, hacer exactamente eso con una seguridad que yo realmente no sentía del todo, había logrado impactar de tal manera en ellos qué mi marido estaba demasiado orgulloso, tanto como para sonreír y besarme delante de todos.
Haciendo su reclamo ante el resto de todos ellos.
Me pareció algo muy cavernícola de su parte, pero no se lo cuestioné si eso dejaba en claro delante de todos que yo era importante para mi marido, así que dije que lo harí
Amaya—¿Y no va a ser eso difícil con mis orígenes mixtos? Sé muy bien que la cultura italiana es muy cerrada y arreglada a sus viejas costumbres, el solo hecho de que Alessio se haya casado conmigo no con una de las hijas de las familias tradicionalistas es una especie de sublevación… Algo que sé que son como una especie de organización dentro de organización —le dije.—Bueno, por lo menos tiene algo que pocas mujeres logran demostrar.—¿Y qué es eso?—Cerebro señora Amaya, uno que la hace pensar y como sé que es muy bueno para hallar soluciones, usted misma, eso sí, después de primero tantear a la familia, logrará hallar una pronta solución a esa gran incógnita —espetó con convicción y le sonreí.—Es lo que más espero, es lo que
AlessioEstaba a nada de seguir explorando a mi mujer cuando escuché que abrieron la puerta de la biblioteca, por lo que escuché, no solo era un par de pies, debían ser tres, entonces fruncí el ceño y con cuidado nos hice rodar para ver desde arriba quienes eran, al darme cuenta me topé con que Gemma había vuelto del hotel con sus dos amigos, Antony y Broco, unos hombres que no terminaba de tragas, pero que dejaba quietos porque eran personas que le dieron un gran sistema de apoyo a mi hermanita.—¿No está tu hermano por aquí? —preguntó Broco con ese acento extraño que tenía.Era un afroamericano criado la mayor parte de su vida fuera de casa, específicamente en Suiza, y trabajaba en el pueblo donde estaba el centro de reposo al que fue Gemma.—No —dijo ella—, debió haber salido con su esposa.—Todavía me sorprende que se hubiese casado siquiera —dijo Antony, un heredero europeo que se había asentado en el sitio y que vivía con Broco.—Es parte de las tradiciones, todo lo relacionado
Alessio—Siento mucho todo lo que pasaron, todo lo que vivieron, es una completa pesadilla…—La es.—¿De eso se trata tu venganza?Asentí y ella se sentó a mi lado, me dio la mano.—Lo es… Quiero crear alianzas para acabarlos, quiero descubrir con quienes estaba asociados, así como el hecho de cuánto tiempo tienen haciendo todo eso —espeté.—¿Qué hiciste con el centro?—Lo borré de la faz de la tierra, así como cacé a todos los malditos que estuvieron detrás, pero no hallé las pruebas detrás de toda la maquinaria que estaría ahí —expliqué.—Te diré algo que siempre mi padre me citó: Fukushū wa samui kata ga ī.—¿Qué quieres decir con eso?—Que la venganza debe servirse en plato frío y si necesitas todo el maldito apoyo del mundo para lograr borrar a esos miserables, hazlo, cuentas domingo —ofreció haciéndome sonreír—. Lo que ella vivió, lo que vive… Si es de hacerlos ardes, solo hazlos ardes.—Mi aiuterai a sbarazzarmi dei cadaveri?—Siempre, desde darte la pala hasta ayudarte a enter
AmayaEscuchar cómo Gemma terminó con ese destino tan cruel, me hizo recordar el hecho de que mi matrimonio formaba una alianza que hacía que la mafia rusa y la chechena se pensara dos veces antes de tocarme a mí o a mis hermanas.Eso no solo me sacudió el cuerpo, sino que me despertó a la terrible realidad, una que sin duda era mucho peor de lo que podía ser. Ser testigo de cómo ella se rompía, de cómo ella admitía sinceramente que no podría siquiera dejar que algún hombre la tocase, a excepción de mi esposo por ser su salvador, lo que no solo era lógico, era más que entendible dadas las circunstancias tan atroces.Así que por eso decidí hacer un gesto lindo por los dos, me levanté muy temprano, le di un dulce beso a mi marido y fui directamente a la cocina, uno poco confundida por la colocación de las cosa
AmayaElla me devolvió el abrazo y no imaginé que conectaría con esa mujer de formas hermosas. Para las nueve de la mañana, teníamos las bandejas listas y ambas íbamos a servirles a los hermanos Milano, tocamos la puerta de Gemma primero.—Buenos días, Gemma, ¿estás despierta? —le pregunté del otro lado de la puerta—. Tengo algo que te puede gustar.—Pasa…Entré y la encontré sentada en la cama, envuelta en el edredón con lo que claramente era una actitud de no querer salir de la habitación. Tenía los ojos hinchados, se notaba triste y mi corazón se arrugó.—Te… te traje algo que mi madre me solía hacer cuando tenía un muy mal día, así que, aunque sé que no es lo mismo, traerte unos dulces que siempre me animaron.Eso
AlessioLa vida de casado era todo lo que jamás soñé y más.Un mes se fue en nada desde que mi esposa llegó y en ese tiempo hizo varias cosas interesantes que la hicieron ganarse mi respeto, mi admiración, pero, sobre todo, mi calidez y cariño. Era muy inteligente, bondadosa y dada, a pesar de que aún se le notaban las renuencias sobre la vida que le había tocado, pero de algún modo la encajó de forma tal que se adaptó a los que era.Algunos me llamarían loco por solo decir eso en tan poco tiempo, pero si algo había aprendido de mis padres y mis difuntos abuelos, era que cuando algo llega y te golpea con tanta fuerza, no lo puedes dejar ir. Eso de por sí era decir mucho en el gran contexto de las cosas, más porque no pensaba ligarme con una mujer que no fuese italiana, así que debía admitir que el casarme con un margen de
AlessioFue así que descubrí algo un poco inquietante en uno de los registros de los libros de las rutas aledañas, las que usábamos para importar de afuera porque respetábamos el territorio de la Yakuza. Ahí se marcaban operaciones que no estaban registrando absolutamente nada, cero. Se decían que eran por mantenimiento y reparación, pero eran demasiado seguidas para ser solo eso.—Mira —le mostré a Massimo con el ceño fruncido—, mira esto que se marca aquí y dime que no estoy loco por ver lo que estoy viendo.Se despertó del todo y cotejó en silencio hasta que tomó reportes viejos, de revisiones pasadas y las comparó. Estudió los días, las hechas, así como las anotaciones previas a cada uno de los casos, vio algo que yo no vi a simple vista: un patrón.—Alguien está usando
AmayaAmaba tener citas con mi esposo, eran sin duda una de las cosas más dulces de todas y si me hubiesen preguntado al respecto sobre ello antes, me hubiese reído mucho sobre el tema más inesperado del maldito mundo, más de lo que pudiese apreciar para ser honesta. Era ridícula la situación, más que todo porque no era parte de mi plan de vida, de lo que soñaba para mí y aunque ya lo había hablado y pensado antes, el resultado simplemente vino a morderme el trasero.Y con muchísima fuerza.Ya eran dos meses de felicidad, de construir una rutina en la que realmente actuábamos como esposo, sino que nos comenzábamos a respetar, a tratar como igual, a considerarnos. En ese mes que se sumó al que ya tenía en Las Vegas, no solo había aprendido a centrarme más, a gozar de mí misma, a explorar el mundo del matrimonio, sino que había hecho una excelente conexión con Gemma y luego de mi acto de grado, al que ninguno de mis padres pudo asistir por problemas de agenda y me sentí terriblemente ma