Betty me miraba, sonrió con tristeza. Para mí es muy fácil pensar de ese modo. Soy un milagro de vida andante. En cualquier momento me podía morir y eso cambia la manera de pensar. —Yo no tengo una lista tan favorable.—Intentémoslo, mientras llegamos a la casa.—Mis padres me abandonaron, tengo una imagen de puta, perdí al amor de mi vida, se murió mi abuela, el único familiar que me quería.—¿Terminaste? —caminábamos hacia la salida de la escuela—. La vida te regaló unos padres, una hermana, una hija, unos amigos, una herencia, un don para escribir maravilloso, en camino viene otra hermana o hermano, tienes tres abuelos, ahora podrás pagarte la carrera que desees, tu hija tiene su educación asegurada, puedes invertir en publicidad y convertirte en una reconocida escritora. Lo que tienes son oportunidades. —Al mirarla me sonrió—. ¡Viste! Ya estás sonriendo.—Eres increíble.Me abrazó. Tal vez nos regañen mañana, nos habíamos volado del colegio, caminábamos a la casa.—Créeme Betty,
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