24. Solo puedo acompañarla hasta aquí.
Ricardo releía el contrato que había redactado Julio, quién además de ser su hombre de confianza, también era abogado, aunque llevara varios años sin ejercer, le venía bien para tener claros todos los términos legales de sus peculiares actividades. Pero era más que eso, era su consejero, su protector, su amigo, alguien en quien podía confiar al cien por cien.Decir que no se sentía algo perdido en ese momento, sería mentir, jamás había tenido la necesidad de ver a ninguna otra mujer tras sus sesiones, porque ninguna era la mujer que el perdió en el pasado , por lo que le era fácil permanecer lejos de las mujeres. Una sola noche era suficiente. Ricardo se limitaba a contratar a sus acompañantes para sus sesiones, donde dejaba que sus más febriles, lujuriosos y ocultos impulsos salieran a la luz. Pero en ese caso era distinto, por primera vez se planteaba llevar esa relación más allá de una noche, alargar un encuentro a varios y no limitarse, necesariamente, solo al plano sexual.Pero l
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