Su cama, su casa y su mujer porque esa noche por fin sería suya del todo, el principio del resto de sus vidas empezaba en ese lugar, los dos juntos creando su futuro. Tenía todo el tiempo del mundo, un mundo lleno de posibilidades por explotar y en ese momento lo que quería era disfrutarla, había estado explorando su cuerpo durante esos últimos dos meses, despertándola con calma, descubriendo que puntos la hacían estremecer y como le gustaba, pero jamás habían llegado tan lejos como lo harían ahora. Era suya, completamente suya y la tomaría porque le pertenecía.Se acomodó entre sus piernas mientras la miraba a los ojos, la belleza de aquella mirada azul era indescriptible, la inocencia que todavía reflejaba solo podía enloquecerlo un poco más, volverlo adicto y a la vez esclavo de sus deseos, porque solo vivía para hacerla feliz.—Te amo...— Aseguró Ricardo una vez más mientras se frotaba contra ella, completamente duro, necesitado, aun así, no tenía prisa, disfrutaba de ese roce de
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