—Un placer —respondí estrechando su mano con una sonrisa, la cual ella devolvió. —Llamaré a John —avisó y cerró la puerta. La entendía, yo tampoco dejaría entrar a extraños a mi casa al primer momento. Sentí el brazo de Emerson alrededor de mi cintura y dejé caer mi cuerpo hacia su costado—. ¿Cómo supiste donde vivía? —Peter —fue su repuesta besándome la frente. Debía suponerlo, Peter se había convertido en una valiosa pieza para descubrir todo lo sucedido. No alcanzarían las palabras para agradecérselo. La puerta volvió a abrirse y la figura de un muchacho se dejó ver. Era un poco más alto que yo, y todavía su rostro mostraba rasgos infantiles. Tenía sus ojos marrones muy grandes y nos miraba con cierto temor. —Hola John —saludó Emerson en tono amigable. —Ho… hola, señor Harker —respondió en un hilo de voz, luego me miró curioso. —Buenos días, John. Soy Berenice —me acerqué hasta él y le di un beso en la mejilla, se sonrojó un poco. —No le hará daño a mi familia, ¿verdad? ¡U
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