36. Eres casi perfecta.
Aunque el dolor de las cuerdas por su cuerpo se estaba volviendo insoportable, le resultaba imposible no querer más, no tratar de provocarlo, sobre todo quería poder sentir sus dientes sobre su piel.Lo que resultaba aterrador, ese hombre podría bien ser un maldito caníbal, comer partes de su cuerpo mientras la follaba y ella sería feliz, tan solo con seguir sintiéndolo, porque estaba dispuesta a darle cualquier cosa que él pidieraHasta de la maldita palabra de seguridad se había olvidado en ese momento, lo único que podía sentir era el placer, el dolor, y el choque de sus cuerpos, una y otra vez.Gritó, aunque ese grito murió en la mordaza al notar como tiraba de la pinza en su clítoris y como volvía a morder sus pezones con saña, haciendo que se moviera todavía más, haciendo que las cuerdas volvieran a apretarse hasta sentir que se enterraban y hacían arder su piel, entendiendo la deliciosa muerte que tendría si fuera abrazada por una boa.Cómo disputaba Alexander de tenerla a su m
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