Pasé la noche del domingo hablando por whatsapp con Víctor, sobre todo lo que no pudimos hablar en la tarde porque Verónica nos copó todo el tiempo. Después de almorzar la pizza, salimos a caminar a un parque y comer helado, paseamos por un centro comercial y, ya sobre el comienzo de la noche, Víctor se fue a su casa. Al día siguiente tenía que madrugar bastante, como era usual en su día a día. Sin embargo, estuvimos hablando hasta pasadas las once de la noche, mientras compartíamos, a distancia, una película en Netflix. Al comienzo, solo hablamos cosas comunes, como sus gustos, pasatiempos, el nombre de sus padres, el de sus hermanos y el sobrino que a veces cuidaba, pero después, a medida que avanzaba la noche y nos íbamos tomando más confianza, empezaron los temas un poquito más “p
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