Violeta alejó sus manos de forma repentina, y Pablo sintió un dolor profundo, sabía que ella no lo quería, ¿Qué podría hacer? Sus sentientes no dejaban de crecer —Violeta, lamento si te ofendí, yo… —Ha pasado un año de que Sebastián murió, Pablo, y sé que podrían pasar mil años, pero nunca lo olvidaré, eres bueno, mereces todo el amor del mundo, pero no puedo ser yo. Pablo bajó la vista, sintió demasiada tristeza de ser un malquerido. —Perdóname si rompo tu corazón. Él alzó la vista y le dedicó una suave sonrisa —Lo sé, no debes preocuparte, siempre lo he sabido, eres la mujer de un solo hombre, y yo lo entiendo, mi amor es tuyo, Violeta, y eso nada lo cambiará, debes saberlo, que, a pesar de todo, nunca me alejaré de ti, ni exigiré nada. Ella le miró con compasión y cariño —Dejaré a unos guardias quienes los cuidarán. —Gracias, Pablo. —Iré a Florida, debo encargarme de unos asuntos, pero mañana volveré 1asveró. Se despidieron, Pablo besó las frentes de los gemelos y luego s
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