Betty Ramos pensaba por largo tiempo, ¿Cómo había llegado hasta ahí? Ni en sus sueños más salvajes pudo imaginar como su destino daría tremendo vuelco. Dante se sentó a su lado —Debo volver a Florida, pero Vladimir está a cargo de todo, si cometes traición, él no dudará en matar a tu padre y a tu hermana, ¿Lo entiendes, ahora? —He dicho que no soy más una traidora, ¡Lo juro! ¿Acaso no he salvado ya sus vidas? —exclamó desesperada —Bien, más te vale, entiende que estar del lado correcto te salvará la vida, al lado de Hugh ahora estarías muerta. Ella bajó la mirada, sabía que tenía razón —¿Buscarás a Violeta? ¿Le contarás toda la verdad? —Sí, lo haré, iré por ella, la traeré aquí —sentenció Betty asintió despacio, no sabía si de verdad quería volver a ver a Rori, y soportar su odio. Betty entró a su casa, caminó hasta la habitación del fondo, escuchó los sonidos del monitor que sonaban estables, entró y vio a Tessa limpiando con toallas húmedas el rostro del hombre —Es un hombr
—Debemos irnos, Violeta, no seas terca, ¿Quién nos defenderá? ¿Acaso crees que Dante lo hará? Incluso si intenta defendernos, ambos sabemos cuál será su destino, Hugh lo matará sin dudarlo. Violeta tenía los ojos llenos de lágrimas, no podía pensar con claridad, solo sentía ese dolor que la enloquecía y la confundía cada vez más —¡Esto es una pesadilla! —exclamó en un sollozo —Es verdad, hermana, es una pesadilla, pero, debemos ser sinceros, somos solos dos pobres huérfanos, ahora Hugh se ha convertido en un Goliat, no podemos fingir que somos un David, es mejor irnos, tenemos lo más valioso; la vida. Violeta se recostó en la cama, estaba tan triste, que Rori tuvo temor de que enfermera —Prepararé todo, Violeta, mañana nos iremos a la casa de campo del señor Pablo Lanzi, debemos aceptar su ayuda, ahora es la única persona en el mundo que parece ser confiable. Violeta no dijo nada, se quedó viendo a la nada, con el rostro lleno de
Por la noche llegaron a Kentucky, la casa hermosa y amplia, apenas llegaron Violeta se recostó en la cama, no podía hablar, ni ver a nadie, apenas quiso comer—Tengo temor por Violeta, se puede enfermar —dijo Rori—Lo sé, veo su desánimo, es natural, Rori, perdió a su esposo, al hombre que ama, recuperarse no es fácil.—Lo sé. He eliminado nuestros números de móvil, temo que Hugh pueda valerse de cualquier cosa para rastrearnos, no hubiese querido, por Serpahyna, pero...—Yo estaré viajando de Kentucky a Florida seguido, la buscaré, si quieres puedes darme mensajes y yo sé los daré, siempre que ella pueda recibirme.—¡Muchas gracias, Pablo! —exclamó Rori—. Eres un gran hombre, de verdad, nos salvaste.Pablo solo sonrió un poco, se encargó de proveer todo a la casa y le dijo a Ro
Un año después—¡No sé la pudo tragar la tierra! Violeta debe estar por ahí, burlándose de mí, con esos hijos que parió, esperando darme una puñalada por la espalda, seguro asesorándose con un abogado, ¡Y esos inútiles no pueden hallarla! Es solo una maldita mujer tonta, no debe ser difícil hallarla —dijo Hugh con rabiaFrente a él estaba Edward Miller, su nuevo administrador—Tranquilo, Hugh, esto suele ocurrir, ya la encontrarán.—¡Quiero que la encuentren ya! La quiero ante mí, ella no me va a quitar toda mi fortuna. ¿Podré viajar o no?—Hablé con el abogado ayer, puedes viajar cuando quieras, la policía no tiene ninguna prueba en tu contra —dijo Edward—¿Quién pudo poner una denuncia de la desaparición de Milena
Violeta alejó sus manos de forma repentina, y Pablo sintió un dolor profundo, sabía que ella no lo quería, ¿Qué podría hacer? Sus sentientes no dejaban de crecer —Violeta, lamento si te ofendí, yo… —Ha pasado un año de que Sebastián murió, Pablo, y sé que podrían pasar mil años, pero nunca lo olvidaré, eres bueno, mereces todo el amor del mundo, pero no puedo ser yo. Pablo bajó la vista, sintió demasiada tristeza de ser un malquerido. —Perdóname si rompo tu corazón. Él alzó la vista y le dedicó una suave sonrisa —Lo sé, no debes preocuparte, siempre lo he sabido, eres la mujer de un solo hombre, y yo lo entiendo, mi amor es tuyo, Violeta, y eso nada lo cambiará, debes saberlo, que, a pesar de todo, nunca me alejaré de ti, ni exigiré nada. Ella le miró con compasión y cariño —Dejaré a unos guardias quienes los cuidarán. —Gracias, Pablo. —Iré a Florida, debo encargarme de unos asuntos, pero mañana volveré 1asveró. Se despidieron, Pablo besó las frentes de los gemelos y luego s
Alfredo estaba sentado en la sala de espera, colgó la llamada, pero nada de lo que dijo lo hizo sentir feliz en lo absoluto, ni su fortuna, ni sus propiedades, ni su empresa podían curar la salud de su único hijo, cada día el moría un poco, y Alfredo no podía hacer nada.«Ni la felicidad puedo comprarle, ¡¿Qué clase de padre soy?!» pensóEl doctor se acercó a él—¿Cómo está?—Estará internado aquí, por lo menos un par de días. Hicimos una nueva radiografía de tórax, esta arrojó que, el cáncer ha llegado a los pulmones, sigue avanzando, Alfredo, Pablo está en la fase terminal.Alfredo le miró con ojos grandes—Pero, no, ahora solo toma una píldora, se ve fuerte.—No, Alfredo, le hemos cambiado el tratamiento de quimioter
Pablo miraba con ojos asombrados a Violeta sus palabras no podían ser reales, para él era como si fuera su sueño más salvaje solo volviéndose realidad ante sus ojos —No entiendo, no entiendo nada, Violeta, ¿Qué has dicho? —dijo con desespero —Dije que, he pensado mucho en ti, ahora que supe que estás enfermo me di cuenta de que mis sentimientos cambiaron, de que mi preocupación es amor, un profundo amor por ti —dijo Violeta, pero su propia voz carecía de emoción Pablo bajó la vista, no entendía, algo debía estar mal, Violeta lo rechazó antes, cuando él habló de amor, y ahora, ante él, ella decía que lo amaba, algo no estaba bien y lo sintió en su interior —Violeta, ¿Esto es por qué piensas que moriré? Ella le miró con terror, recordó a Alfredo lanzí y negó de prisa —No, sé que… la muerte de Sebastián… pero… Él se acercó a ella —Yo sé que nunca me amarás como a él, sé que él es el padre de tus hijos, yo nunca querría ocupar su lugar, pero, Violeta si es verdad que sientes algo p
Seraphyna estaba en el jardín, recordaba todas las palabras que Hugh le había dicho, no podía creer que hubiese perdido toda la fortuna de su padre al cabo de ese tiempo, era imposible, pero también sabía que Hugh era un inútil, y que era obvio que lo había hecho.Miró al cielo, estaba tan cansada de todo eso, pensaba en su vida de antes, todo lo que no valoró, recordaba cuando vivía al lado de Violeta, su padre y Rori, pudieron ser muy felices, pero ahora eran como una promesa rota, no importa cuánto quisiera huir, sentía que no lo merecía, que la felicidad era ahora una utopía para ella.Un taxi entró en la mansión y Seraphyna observó con atención, no le dio importancia, estaba a punto de entrar a casa, cuando observó que el taxi se iba, y vio a quien bajó, su mirada fue de perplejidad, sintió que podía estar alucin