Rori observaba a Seraphyna, no la pudo despertar, no tenía valor, parecía tan tranquila durmiendo, como si ahora todo lo que vivieron fuera solo una utopía nunca real, solo deseaba verla bien «Estaba tan enojado, Seraphyna, me sentía herido, y en algún momento me perdí a mi mismo, ¿Cómo pude confiar en Betty? Romí tu corazón y ahora no sé si haya un puente que me lleve de nuevo a ti» pensó con melancolía Violeta puso su mano en su hombro —Debes descansar, hermano, Seraphyna también debe hacerlo, vamos, te llevaré a tu cama y te arroparé como cuando eras niño. Rori pudo menos que sonreír y la siguió, Rori se recostó y ella no se fue hasta verlo bien cobijado y tranquilo. Violeta caminó por el pasillo, por fin la calma volvía a su corazón, pero no olvidaba la cruel pesadilla vivida, entró en la alcoba, Sebastián estaba sentado en el filo de la cama —¿Estás bien? Él lanzó un suave suspiro —Estoy bien, Violeta, no quiero que estés cerca de Pablo Lanzi. Ella le miró con duda, acer
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